No me refiero a los huracanes políticos o legales en los que el país está inmerso, más bien hago alusión a los de verdad.
De manera impostergable llega año con año la temporada donde la naturaleza se la cobra a los humanos. Más a los que viven en zonas donde algún corrupto gobernante permitió que se construyera sobre un arroyo seco o bien secaron la cañada para permitir que vivieran los que votan.
Nunca se las cobra a los verdaderos culpables. También se las cobra a quienes seguimos tirando basura diariamente en las calles, ríos, barrancas y, en suma, donde no debe tirarse. Lo que más efecto tiene en esa cobranza es el cambio climático, que llega a hacer impredecible el efecto que traerá una tormenta, la aridez o el deshielo, por ejemplo.
Quienes están presentes son las fuerzas armadas, tanto con el Plan DN-III como el Plan Marina. Lo lamentable es que para muchos ciudadanos y las autoridades municipales y estatales, para eso están los militares, para salvar, apoyar, rescatar, palear tierra y lodo; alimentar, cobijar, transportar, desplazar, desaguar, reconstruir y hasta ayudar a la gente a que regrese adonde vivía.
Se insiste en lo lamentable, ya que por mucho sería mejor que las autoridades municipales y estatales se responsabilizaran también de estas situaciones, comenzando con la prevención, educación y fortalecimiento de una estructura tanto material como humana para poder atender estas amenazas, pero para eso están los militares y de hecho es una de sus funciones constitucionales, y mientras se necesite ahí estarán los soldados de tierra, mar y aire.
El propio Andrés Manuel López Obrador ha llamado la atención de los gobernadores que han ocupado los recursos del Fonden para otra cosa que no tenga que ver con la prevención y reconstrucción de zonas después de una emergencia provocada por un desastre natural.
Tiene razón el Presidente, la situación no espera, la naturaleza la cobra de manera inesperada, total y desgarradora. Tanto Sedena como Semar tienen experiencia probada y reconocida mundialmente atendiendo, en primer lugar, las necesidades de los damnificados. Sin embargo, la labor no comienza ni termina con la ayuda a la gente. En ambas dependencias se analizan con anticipación las zonas donde pueda impactar más un meteoro, para que de ahí se tomen las medidas necesarias y hasta donde se pueda prever.
Se insiste en que la naturaleza tiene comportamientos devastadores producto del cambio climático; es más, se cuenta con la posibilidad de que siempre recibirán el apoyo en caso de requerir más efectivos para la atención de un problema.
En ambas dependencias también se les informa a diversas autoridades sobre lo que deben hacer de manera preventiva. Debe reconocerse que todo lo anterior no es solo culpa y responsabilidad de las autoridades. Los ciudadanos también debemos poner todo nuestro esfuerzo. Debemos comprender que un embate de la naturaleza tiene un efecto en todos, no solo en los otros.
Las fuerzas armadas están preparadas para hacerle frente a esta temporada de huracanes desde cualquier espacio, no importando que la ayuda llegue por tierra, mar o aire.
Lo hacen sin distinción de personas o de zonas, para todos y por todos.
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@elibarrola