Con apuros y casi hasta con ayuda arbitral, se logró que Tigres siendo el cuatro de la tabla general pudiera completar el cuadro de honor de la semifinal de la presente liguilla.
Algo gracioso tenía que suceder.
Da envidia de la buena observar desde muy lejos respecto a Santos que otros gozan y hacen gozar a su gente en estas instancias de regocijo. Los tiempos de grandeza ya pasaron pero no se olvidan.
Los millones Rayados volvieron a fracasar; no entienden. Ahora se llenaron de orgullo con la traída de Sergio Ramos para presumir más que para enaltecer su posicionamiento en el torneo.
No contentos con eso dan de baja al entrenador con el afán de afirmar que no saben lo que realmente pretenden.
Tal parece que ya se les olvidó que tienen un compromiso mundial cercano. Allá ellos.
Precisamente estos Rayados no fueron capaces de condenar al infierno al líder general cuando tuvieron todo a merced para que eso sucediera. ¿Acaso por esto despidieron al director técnico?
Ya lo traían en jabón, listo para darle mucho dinero y de paso las gracias.
El Demonio al fin se hizo respetar, también con sus propios apuros.
Es donde la intervención del entrenador ni se percibe porque no está en él la confirmación de que lo que pretenden pasó por su cabeza.
La insistencia diabólica más la inoperancia de los millones azules dieron como lógica consecuencia que el líder general no tuviera su final caótico como solía suceder.
América se puso serio y detuvo la inercia de su rival que solía complicarle la existencia.
Los cercanos al americanismo gozan y molestan a todos los vecinos porque siguen con la graciosa melodía de que podrán ser campeones por cuarta vez consecutiva.
Los cementeros dieron el ejemplo porque hicieron la tarea fuera de casa para reafirmar que están muy presentes y el que pretenda dudar de ellos, que se tome la molestia de revisar sus actuaciones y resultados.
Su rival León ofreció la debida compasión, propia de quien pretendió enamorar al país.
Los Tigres ya hicieron su parte y contentaron al reino nuevo de león.
Con eso basta para seguir entusiasmando. Necaxa no se tomó con ligereza su papel, al contrario pues le puso el cascabel al tigre.
La dicha nacional radica en saber apreciar las semifinales donde por solidaridad se ubican los cuatro mejores del país según la tabla general.
Esto se resalta, se aplaude y se admira con la esperanza de disfrutarlo.
