Santos fue capaz de provocarle desequilibrio al poderoso Monterrey.
Esto parecía ser un espejismo. Los regios azules necesitan ser campeones casi como respirar. No se sienten cómodos porque pretenden competir contra sus vecinos y ante los capitalinos.
Por ello sufren, no saben gozar sus buenos momentos y se dejan dirigir por el ruido que afuera se gesta.
Su contratación estrella no estaba en su lugar al minuto 2 del juego cuando Barticciotto, solo frente al portero, por el centro, la falló.
Después en el gol uno lagunero, tampoco estaba en su lugar. Remate de cabeza por el centro. Y en el gol dos lagunero lo dejaron atrás; andaba fuera de foco.
Para redimir sus serios errores de omisión tuvo que incorporarse como vil centro delantero y anotar.
¿Se le contrató en calidad de qué? Defensa, delantero, mercadólogo, promotor de causas propias para saber presentar espejitos y brillar para los distraídos.
Muchos están contentos con él porque ayuda a enloquecer.
Son espejitos que colaboran a que brillen otras posturas con el fin de ignorar que su función primordial no la cumple.
Le anotó al último lugar de la tabla general, y eso enloquece a los de espíritu débil. Meterle gol al Santos no es mérito sobre todo cuando ya había cometido tres pecados de omisión, dos de ellos convertidos en goles.
Con ojos de futbol se pueden ver los errores que el intenso brillo de los espejitos no permite apreciar la realidad. Ver con ojos de futbol, no con ojos que impiden detectar el fondo de los hechos, es donde la verdad aflora.
Muy buen juego ofrecido por Santos que pudo brillar mejor gracias a las serias debilidades de su adversario.
Los espejitos aparecieron y no permiten apreciar el verdadero contexto.