Es sano creerle al campeón vigente por el hecho de que su nombre y marca prevalecen con aval y permiso del país que lo vio coronarse. Pero como existe la tendencia de creer sólo en el presente, en lo que recién acontece, ignoramos con facilidad los sucesos que apenas tienen dos meses de antigüedad. Hay quienes prefieren creer en Cruz Azul y Pumas porque así indican sus dos victorias. Los de otra región y casi otra religión, apuntan en la lista de credibilidad a Tigres y Monterrey por la misma razón anterior.
En apariencia tenemos la obligación de creerle a alguien; o a nadie. Entre otras cosas, nacimos para creer. Ya se desata la leyenda urbana de “creer en el nuevo poder capitalino”. Se contentan con poco. Dos jornadas y 6 puntos los enloquece, sobre todo a los cementeros porque los universitarios, moderados y expertos, han sabido gozar mieles modernas; los azules no. Creer es moderno o antiguo, según se prefiera.
¿Creemos en los Directores Técnicos que dicen tener un estilo y que su propuesta es singular? Podemos darle el beneficio de cualquier duda a Ferreti pero siempre debemos acompañar este pensamiento al lado de que no conoce la fórmula para optimizar mexicanos tiernos y tampoco sabe trabajar con presupuestos ajustados. Es donde la credibilidad prefiere detenerse para cuestionar al personaje bajo rubros exigentes. Si la credibilidad se la endosamos a Almeyda, el tema se hace complejo.
Juan Carlos Osorio podrá ser el prototipo nacional de credibilidad. Sus dirigidos le ganaron a Alemania en pleno mundial para terminar exactamente en el mismo lugar de otros. No hubo novedad, nada digno para creer en el colombiano por más que algunos de sus pupilos le hayan externado gratitud y admiración. Existen esfuerzos conmovedores de muchos para volver a creer en las Chivas.
Cuestión de inclinaciones y gustos.
