Cultura

La tierra histórica

Un fragmento del programa “La invasión más insensata” de History Channel, abocado a documentar la batalla de Columbus en 1916, propone que las huestes de Pancho Villa pusieron pies en polvorosa ante los valientes soldados americanos. Estos no dudaron en repeler el ataque para luego propinar, dicen, al “infame bandolero mexicano” un certero cañonazo de persecución que incluyó, 10 mil hombres y la nada despreciable recompensa de 50 mil dólares a quien lo entregara vivo o muerto.

La citada cantidad la ofreció Phoebe Apperson Hearts una ricachona guasintona quien “hizo causa común” con la prensa y los políticos de la época. Están ofendidos por el ultraje llevado a cabo y piden “la inmediata invasión y anexión de los ricos y extensos territorios mexicanos de Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas”.

Vendrá entonces la fallida, expedición “punitiva” de John H. Pershing como bien se apunta en La muerte de Pancho Villa y los tratados de Bucareli (Océano, 2015) de Adolfo Arrioja Vizcaíno que abunda en la riqueza, no sólo del hecho histórico como tal, sino del plan de Villa para reorientar su lucha en años venideros. El autor finca su conciencia en una precisa y bien estudiada base documental que muchos de los autores de novelas históricas desearían tener en sus manos para elucubrar algo más que abotonaduras en los trajes o en el comercio de nombres de ciudades cuando estás eran aun villas o pueblos.

De allí que las cosas simples tomen dimensiones justas y prácticas pues la tierra histórica provee lo necesario para la reflexión de la vida cotidiana. Hay verdades y no apariencias. Existe grandeza y una ávida franqueza. Es decir, ganamos los lectores por la seriedad del tratado.

En el Epílogo del libro el autor nos avisa de la petición de un millonario yanqui que quería la cabeza del Centauro del norte para “propósitos científicos” pues “buscaban descubrir qué clase de impulso cerebral había llevado a Villa a invadir el territorio continental de Estados Unidos”. Luego documenta cómo la fraternidad denominada “La Sociedad de la Calavera y los Huesos” de la Universidad de Yale, donde el bisabuelo de los Bush actuales, de nombre Prescott su presidente junto con otros fraternos socios confabularon para que el coronel Francisco Durazo profanara la tumba de Villa, cercenara la cabeza y la entregara sin miramientos a los infames ritualistas a cambio de 50 mil dólares.

Después relata que en el edificio de “La Tumba” en Yale, el cráneo de Villa preside algunas de las ceremonias secretas donde el intríngulis consiste en ser “testigo de tejemanejes de la fraternidad, que de copa al servicio de las frecuentes libaciones que se llevan a cabo en ese lugar” se mantengan.

A los extremistas guasintones les ofende Villa todavía. A los habitantes de Columbus les da visibilidad.

Juan Carlos Porras


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Juan Carlos Porras
  • Juan Carlos Porras
  • Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).
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