A la memoria de Arturo León «el Campeón»
La virtud del viajero se traduce, en buena medida, en lo que deposita de su cultura y lo que se lleva del lugar que visita. Es decir, no acude a conseguir el souvenir del momento sino a su pericia por conocer más y así aumentar su acervo de Cultura.
No es un turista equis tampoco un visitante cualquiera. Es un personaje que, a la manera del “poeta prometeico” de León Felipe, lega lo que ve y oye sin descontar nada porque le interesa que sus leyentes le atiendan.
Así pues, nuestro viajero colombiano en León de los Aldama Federico C. Aguilar llena el perfil.
Su llegada a esta tierra un sábado 5 de mayo de 1883 significa una ventana más para reconocernos en lo que Humboldt ha llamado espejo de costumbres.
Cabe mencionar que dos escritos prefiguran en mucho el trabajo del jesuita colombiano. A saber: Apuntes geográficos y estadísticos (1872) de José García Saavedra y Noticias tipográficas y estadísticas de la Ciudad de León de los Aldamas (1872) de Antonio J. Cabrera.
Dichos textos utilizan y se amparan en otros como: Historia y estadística del Obispado de Michoacán; Historia de la fundación progresos y estado de la ciudad de León; Álbum literario de José Rosas Moreno; por citar solo algunos que por su tenacidad y vigencia ayudan a situar al ciudadano de dónde viene y hacia dónde va.
Al llegar a León don Federico seguro ya conoce estos y otros escritos difundidos por el país. No dudo que como buen intelectual haya leído también el Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España de Alejandro de Humboldt pues detecto rasgos del autor prusiano en la narrativa de su recorrido.
Por ejemplo, dos frases: “León es agrícola y algo manufacturera; su propiedad rústica asciende a $153,051 y la urbana a $1.451,214. (…) La enfermedad dominante en León es la disentería, y los delitos más comunes, la embriaguez (3,917 ebrios al año), las lesiones y el robo”.
Luego: (…) Las calles de León son anchas y tiradas a cordel, sus casas, casi en totalidad de un solo piso, están cubiertas con azoteas y tienen ventanas de hierro hacia la calle”.
Entonces el viajero observa y detalla.
Con lo anterior comienza a asimilarse a una cultura que, para nada, le es ajena. Al contrario. La ve como quiere reparar, quiero decir, con tal precisión que suelta un generoso garbanzo de a libra, mismo que nos rebasa hoy en día, “la vida es barata en León”.
Su narrativa me recuerda mucho un poema de la ya fallecida poeta polaca WislawaSzymborska que dice: “Cuando pronuncio la palabra Futuro,/ la primera sílaba ya se fue al pasado./. Cuando pronuncio la palabra Silencio,/ lo estoy destruyendo./ Cuando pronuncio la palabra Nada,/ estoy creando algo que ya existe.”
A la sazón el viajero ocurre.
* Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).