En Infancia de luz (SM, 2003) de Homero Aridjis reúne poemas “que juegan con imágenes y símbolos, con ideas que contienen alusiones fáciles de entender, y dejan de manera diáfana un mensaje de aliento y de confianza que comprenderán y disfrutarán [los lectores]” en general. Este es un libro de recuerdos llevados a la poesía sin rodeos, sin elucubraciones, con sinceridad y transparencia (Arturo González Cosío dixit). Por lo anterior podemos afirmar sin cortapisas que Aridjis es el poeta de la visión.
Sobre las últimas páginas del libro de marras aparece un apunte biográfico donde, el librero Juan Carvajal le sugiere acudir al taller literario de Juan José Arreola. “Así cuenta el poeta su entrada al mundo literario, allá por el lejano 1959: “Era un cuartito, como una cochera, donde había dos o tres fi- las de sillas que estaban ocupadas. Así que me quedé parado casi toda la sesión y cuando terminó le dije a Arreola que yo escribía y no se interesó casi, pero oí que habló con otro sobre si iban a jugar ajedrez a su casa.
Cuando le pregunté a Arreola que, si jugaba ajedrez, luego luego mostró interés en mí y me dijo: ‘¿Juega usted?’.
Le contesté: ‘Sí, sí juego’. ‘Pues véngase a jugar’. Arreola se llevó a un grupo de amigos a su casa y puso a jugar a Aridjis contra Eduardo Lizalde. Después de que Aridjis le ganó varias partidas seguidas a Lizalde, Arreola se dignó a jugar con el recién invitado. “Jugué con Arreola y le gané, luego quiso jugar otro y le gané, y otro y le gané y así, cuando me iba le dije: ‘Bueno, nos vemos la semana próxima en el Centro Mexicano de Escritores’. Me dijo: ‘¡No! ¡Cómo que la semana próxima! ¡Mañana! Me tiene que dar la revancha. Me ha humillado aquí delante de mis amigos’.
Y regresé al día siguiente y le gané otra vez y así varios días le fui ganando hasta que nos hicimos amigos”. (...) Un día Arreola le confesó muy seriamente a Aridjis: “México ya tiene muchos escritores y poetas, demasiados. Lo que no tiene es un gran maestro de ajedrez”. Homero Aridjis le contestó que no, que él quería dedicarse a la literatura, y no al ajedrez; sin embargo, Arreola lo inscribió en un campeonato nacional, y cuando venían ajedrecistas de otros países, lo ponía a jugar con ellos.
De una u otra forma, el ajedrez lo acercó a muchos escritores que eran amigos de Arreola y que después lo serían de Aridjis”.
Lo interesante del relato platicado es la figura del maestro de ajedrez porque la reconozco en José Arturo Rodríguez Ortega autor del libro El Mago en el Ajedrez (2022) que contiene una serie de ejercicios de táctica donde, en una posición en el tablero se pueden aparecer piezas dentro del mismo, ocasionando Jaque Mate.
Juan Carlos Porras