La asunción de Donald John Trump MacLeod, a la Presidencia de los Estados Unidos de América, acaparó y mantiene capturada la conversación pública en México, a partir de una serie de proclamas, memorandos y 32 órdenes ejecutivas variopintas, dictadas en las “primeras 100 horas de su mandato”, destaca el comunicado de la Casa Blanca.
“The President is wasting no time delivering on the promises he made to the American people. The President signed more executive orders on his first day in office than any other president in history”, dice el comunicado de la Casa Blanca, publicado el viernes pasado.
“We’re witnessing the Trump Effect”, señala enseguida el boletín: si en México tuvimos el “efecto AMLO”, allende el Río Bravo se destaca el “efecto Trump”, (https://www.whitehouse.gov/presidential-actions/2025/01/the-first-100 hours-historic-action-to-kick-off-americas-golden-age/).
Sin duda alguna, las proclamas, memorandos y órdenes ejecutivas de Trump, tienen como propósito alimentar las expectativas de su base electoral y mantenerla en pie de guerra respaldando su proyecto, como lo hizo AMLO durante su sexenio, por medio de sus conferencias mañaneras.
“These opening few days can be summarized as Promises Made, Promises Kept”, señala en grado superlativo la Casa Blanca, cuando apenas transcurre la primera semana del cuatrienio de Trump.
No hay duda de que, al igual que lo hizo AMLO, la estrategia de comunicación política será un factor clave para el éxito de su mandato, a partir de mantener contacto permanente con su base electoral.
Que se incrementó de 62.9 millones (46.15%) en la elección de 2016, a 74.2 (46.85%) en 2020 y a 77.3 millones de votos (49.80%) en 2024.
“President Trump is being praised for his historic leadership”, remarca en esta misma tesitura, la estrategia de comunicación de la Casa Blanca, publicando en su portal en buena hora, cada una de sus órdenes ejecutivas.
Mientras que el populismo de derecha apela al nacionalismo, la defensa de los valores tradicionales y la xenofobia, el de izquierda centra su lucha contra la élite económica, la desigualdad social y la redistribución de la riqueza.
Aquí está la base de la comunicación política de Trump, que tiene a México en ascuas.