Es justa y necesaria una revisión de los sistemas de clasificación en FIFA, que no garantizan a los campeones continentales el pase directo al Mundial. A la selección italiana, vigente campeona de Europa, no le sirvió para nada el crédito obtenido durante una de las Eurocopas más atractivas de los últimos años.
Qatar 2022 ha perdido uno de los equipos más taquilleros y carismáticos del futbol por una razón burocrática: obligarla a jugar una larga y tediosa eliminatoria sometida por los calendarios, atascada por las diferencias entre organismos y cuestionada por un modelo que no reconoce otros méritos.
Para la FIFA, los italianos no tienen el nivel para competir en la Copa del Mundo, pero según la UEFA, son una de las selecciones más competitivas de Europa; aunque parece drástica, es una lectura que podría aplicarse a este caso.
Los últimos meses se analizaron una serie de propuestas, ideas y posturas, con el objetivo de impedir la saturación de competencias, elevar la calidad de los partidos y evitar un mayor desgaste del juego y los jugadores.
Ninguna de las iniciativas presentadas han avanzado, sí prosperó la eliminación de una selección a la que muchos queríamos ver en el próximo Mundial: el producto no se ha cuidado del todo.
No se trata de regalar un boleto, sino salvaguardar el prestigio del campeón de Europa, como también debería suceder con los campeones de América, África y el resto de las confederaciones.
Dar importancia a las competiciones continentales, convirtiéndolas en “selectivo” de los Mundiales, agregaría valor, audiencia, tensión competitiva, emoción y ofrecería una salida al evidente congestionamiento del calendario internacional. Pero no hay voluntad en ello.
Un Mundial sin Italia es una pena, a mí me molesta, pero un Mundial sin el campeón de Europa es ilógico, no lo entiendo. Los vamos a extrañar, Qatar perdió un actor principal.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo