Fundada en 1992, la Premier League fue determinante para impulsar el crecimiento del futbol mundial. Ningún organismo desde la creación de FIFA fomentó con tanta visión comercial la expansión del juego. Participar en ella, representaba acceder al conocimiento en aspectos físicos, tácticos, técnicos, jurídicos, económicos, sociales y humanos.
Reclutados por sus viejos clubes para modernizarlos, a Inglaterra llegaron profesionales de todos los países especializados en distintas disciplinas: futbolistas, entrenadores, preparadores, médicos, terapeutas, desarrolladores de software, mercadólogos, comunicólogos y, por supuesto, empresarios que invirtieron grandes fortunas en ellos.
Durante este largo periodo de prosperidad, que incluyó una sólida conversión del hooliganismo al racionalismo, los aficionados ingleses disfrutaron del espectáculo mientras sus seculares equipos iban convirtiéndose en poderosas multinacionales. El trato parecía no incomodar a nadie, pero debajo de esas flamantes estructuras organizacionales, los antiguos cimientos del futbol inglés empiezan a crujir.
El pueblo de Manchester, que piedra sobre piedra construyó un templo de grandes campanarios, más que inversionistas, exige párrocos en Old Trafford. Las profundas raíces de este equipo partieron su alma en mitades: es una institución del siglo XIX, que factura como una corporación del XXI. Entre la Revolución Industrial y Wall Street, uno de los clubes más proverbiales recorre todos los días sus túneles del tiempo: cotiza en Nueva York, donde hombres con Rolex, portafolio y mancuernillas mecen sus papeletas; pero necesita respirar el hollín de las chimeneas entre obreros de bufanda y abrigo de poliéster.
Manejar al United representa un constante dilema: es el más rico de los clubes pobres y el más moderno de la antigüedad. En esa contradicción, encuentra su virtud: compite mejor cuando se olvida del dinero y juega con grandeza cuando asume que es un club viejo. Esa condición tan particular, le exige tener en casa lo que no se encuentra en el mercado: memoria. En los últimos años, el United, como los grandes equipos de la Premier, abrieron más veces el libro contable que el libro de familia.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo