Gel antibacteriano, cuestionarios en sus alrededores, carteleras preventivas en las paredes y la petición de autoaislamiento a los aficionados con síntomas sospechosos, protegen al viejo Anfield de la cuarentena que amenaza las principales ligas y competiciones europeas. Italianos, españoles y la propia UEFA han internado al futbol en sus estadios. Puertas cerradas, campos vacíos, largos silencios y el eco rebotando en las gradas cada vez que pita el árbitro o grita el entrenador reducen las sensaciones del deporte, una industria que transmite vitalidad, a un simple juego. La epidemia visibilizó la antigua frase que se saca del cajón en estas ocasiones para explicar el papel del futbol: “se trata de lo más importante de lo menos importante…”. El virus, que por ahora no ha cruzado el canal de la Mancha, permite que la vida en la isla mantenga cierta naturalidad para jugar. Porque el juego solo tiene sentido cuando no hay otra cosa en qué pensar. Así es como Anfield consiguió evitar en los últimos días el cierre de la reja en honor a Bill Shankly, por la que ingresa uno de los ventarrones más célebres del futbol. El aliento que arranca en el puerto pasa por un pub, entra por Main stand, atraviesa Centenary stand, y baja por The Kop hasta el corazón del campo convertido en una frase y una canción, provoca una ambiente capaz de transmitir cualquier cosa: es un estadio que contagia a todo el mundo. Impedir que abra su gargantas sería como hospitalizarlo. Tarde o temprano sucederá, entonces descubriremos si alguien lo habita por las noches. El partido más importante del Liverpool desde la final del Metropolitano goza de inmunidad. El futbol se mantiene a salvo en Inglaterra pero no la Champions League que, obligada por las circunstancias, ha tenido que condicionar la competición celebrando algunas eliminatorias sin su afición. Jugar en estadios vacíos anula gran parte de la presión atmosférica: cambia la temperatura, desaparece la intimidación. Para equipos como el Liverpool jugar a puerta cerrada significa bloquear su sistema nervioso. Pensando en la siguiente fase, la organización deberá igualar las condiciones: que todos los estadios contengan la respiración.
La Champions contiene la respiración
- Cartas oceánicas
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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
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