Mariscal de la bahía
La historia a una y otra orilla no tiene comparación; mientras en Tampa fue su bahía la que hizo célebres a los Bucaneros, en Green Bay fueron los viejos Packers quienes dieron honor, fama y fortuna a la bahía del pequeño condado de Brown. La diferencia entre ambas bahías es tan grande, que podríamos decir que la NFL nació con los Empacadores de Green Bay, y muchos años después, aquella tradición se volvió tan importante que se expandió hasta llegar a Tampa Bay. Sin embargo, algo pasa en el deporte cuando los grandes jugadores transfieren su sabiduría, prestigio y cultura a los lugares donde juegan. Los Bucaneros de Tom Brady no son lo mismo que los Bucaneros de Tampa Bay. Encabezados por el mejor mariscal de todos los tiempos, son el único equipo que logró llevar su Super Bowl, a su propia bahía.
Contagiarse del espíritu
Los Juegos de Tokio que están luchando contra rumores, dudas y virus, no han vuelto a suspenderse, pero necesitan presentar evidencias sobre la salud de un proyecto que ofrezca certeza a los atletas, ilusión a los aficionados, retorno a los patrocinadores, espectáculo a la televisión y verdad a los ciudadanos de Japón. Cuando el próximo miércoles finalice la reunión ejecutiva de los comités responsables de su organización, el COI izará su bandera en el Estadio Olímpico o la doblará con respeto y dolor hasta París 2024. El deporte ha demostrado que con disciplina y solidaridad, se puede vencer al covid. La NBA, NFL, MLB, F1 y Champions League, no tuvieron los campeonatos ideales que todos imaginamos, pero siguieron adelante. El Movimiento Olímpico no puede rendirse, si eso sucede, su espíritu dejará de contagiarnos cuando más lo necesitamos.
El siglo vikingo
Martin y Erling nacieron en diferentes siglos aunque entre ellos solo se llevan 2 años de edad. Uno parece más vikingo que otro porque ha sufrido más. A Martin, sus padres lo llevaron muy pequeño al que llamaban el mejor equipo del siglo XX: el Real Madrid lo compró como una estrella y lo hizo estallar. El talentoso infantil no resistió, se marchó, creció y tiempo después, volvió por obligación. Odegaard, que fue obligado a brillar siendo un niño no quiere vivir en el Bernabéu, y sigue buscando el mejor lugar para jugar: a los 22 años tendrá toda la Premier por delante. Erling, en cambio, es el futbolista del siglo XXI, con 20 años está rompiendo todas las tablas de goleo y tiene el futbol mundial a sus pies: Haalland es dueño de su destino. Martin Odegaard y Erling Haalland, dos pequeños noruegos, serán futbolistas gigantes durante los próximos años.