Jugar en la sala de prensa es una habilidad que los entrenadores deben dominar, en su oficio, va implícito el arte de comunicar. Hablar frente a los medios un día antes del partido no define un resultado, pero funciona como una eficaz herramienta de sinceridad: o se dice con franqueza lo que se piensa de cara al juego, o se piensa muy bien lo que no se quiere decir antes de él.
Hay entrenadores como Guardiola, Klopp, Mourinho, Ancelotti o Simeone, que a lo largo de su carrera han dejado momentos estelares en sus conferencias, haciendo uso de ese derecho que les permite hablar, responder, anunciar, difundir, advertir, despistar o enviar mensajes al rival, al aficionado, al jugador y al arbitraje.
Antes de cada jornada en Champions League, la sala de prensa forma parte del espectáculo. No por su obligatoriedad, sino por la oportunidad que ofrece para darle al partido múltiples lecturas. Decía Guardiola antes de enfrentar a Simeone que el estilo del Atlético era más ofensivo de lo que parece, claramente, pensaba lo contrario. Pero su declaración fue un intento por comprometer al rival tachando de “estúpido” un debate entre estilos que lleva muchos años resuelto: el City construye el juego y el Atlético lo destruye.
Horas después, confirmamos lo que todos sabíamos: el Atlético no tenía planeado atacar. Al otro lado de la sala, Simeone aprovechó su espacio para sugerir que el City tenía mejores futbolistas, y lamentar que nunca tuvo la oportunidad de dirigir jugadores como Xavi, Iniesta y Messi siendo jóvenes, deslizando entre líneas una opinión: a Guardiola lo han hecho bueno sus jugadores.
Palabras más, palabras menos, saber jugar en las salas de prensa es una de las principales responsabilidades que deben asumir los entrenadores de nuestros tiempos. No se trata de un trámite, representa la voz de un equipo, incluso de una institución, en momentos de alta tensión competitiva.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo