La fortuna
La última vez que vimos un equipo de físico exuberante y técnica refinada fue hace algunos años, cuatro y medio para ser exactos, se llamaba Francia. Como una Liga, tan resistente como elástica, los franceses alargaron el paso entre mundiales jugando otra Final, extendieron el campo compitiendo en todos sus rincones y estiraron el juego de adelante hacia atrás. A veces parece que Francia es una selección de jóvenes con mucha experiencia y en otras da la impresión de ser un cuadro de veteranos con mucha juventud. En cualquier caso, su futbol tiene ese instinto salvaje, ese trato elegante y esa intensidad defensiva que lo vuelven favorito en todos los sectores de la cancha: arriba, al centro y abajo; y constante en todos los momentos del partido: de principio a fin. Pero como todos los equipos, tiene un punto débil: aunque es considerada una de las grandes fortunas del futbol mundial, Francia economiza pasiones, ahorrándole sacrificio al juego; le dicen vanidad.
La crisis
Pasaron cinco mundiales para que los argentinos entendieran que debían jugar con Messi y no para él. En todo ese tiempo, desperdiciaron toneladas de talento empaquetando a los mejores futbolistas de cada generación con una etiqueta que decía: equipo hecho para Messi. Entre 1986 y 2022, la historia del futbol se resume en dos palabras: Maradona y Messi. Por décadas, los argentinos acompañaron a sus dos grandes genios con todo tipo de jugadores, la lista es interminable: arranca con Valdano y Burruchaga; continúa con Caniggia, Simeone, Redondo o Batistuta; y sigue hasta Tévez, Agüero y Di María. Siempre se dijo que Argentina montaba cuadros alrededor del “Diez”. Antes de que el último envejeciera, hicieron lo correcto: durante 16 años un grupo de estrellitas le daba la pelota a Messi, hoy, un puñado de hambrientos jugadores se la piden. A la Argentina le sobra lo que a Francia le falta: crisis.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo