Pocos edificios en el mundo tienen voz, y no solo voz, sino consciencia: Wembley está autorizado para opinar o discutir en primera persona. ¿Con Wembley se puede tener una conversación? Sí, de historia sobre todo. Acostumbrado a hablar en nombre de Inglaterra, de su pueblo, o de la Reina, pero de nadie más, la renovada Catedral del futbol mundial es la piedra que explica el desarrollo del juego, ese estadio lo ha visto todo. Con la sabiduría de un abuelo, es capaz de contarnos cosas y explicarnos otras sin tomar partido por ningún equipo que no sea la selección inglesa. Con ese simbolismo tan propio de la Corona, el estadio tuvo unas palabras para Messi: “Este chico es muy bueno jugando al futbol…” y remató el comentario en su red social; “el Barça continúa disfrutando sus visitas a Wembley”. De esta forma poco común, un estadio se relaciona con un jugador; pero no se trata de cualquier estadio, ni de cualquier jugador: es Wembley, mítico donde los haya, hablándole a Messi, uno de los mejores futbolistas de la historia. Esa conversación en Twitter que pareciera algo boba en medio de tantas que se generan diariamente en el entorno digital, bien podría convertirse en un documento para el archivo del futbol. Sede de Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales, Champions, Copas, Recopas y Eurocopas; su nombre ha estado asociado a la magia del deporte: jugar en Wembley es, sin importar la fecha, un trofeo particular. Si algún reconocimiento faltaba en la carrera de Messi, protagonista en los estadios más feroces del futbol mundial, era ese detalle que le distingue como inmortal al interior de un templo por el que han pasado millones de peregrinos. Como pocos futbolistas en la historia, Messi tiene las llaves de la Catedral.
El peregrino que tenía las llaves de la Catedral
- Cartas oceánicas
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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
Ciudad de México /