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El domador de gigantes

Al levantar el título de España con el Real Madrid, la figura de Ancelotti se enaltece consiguiendo algo que ningún hombre de futbol había podido expresar: sus ideas, sirven para explicar el juego en italiano, inglés, francés, alemán y castellano. Campeón en las cinco Ligas más importantes del mundo, la trayectoria de este hombre interpreta el más universal de los deportes con una palabra muy sencilla: humildad.

Milán, Bayern, Chelsea, PSG y Real Madrid deben parte de su grandeza a una persona que traduce la victoria como enseñanza y acepta la derrota de forma ejemplar. Esto en el futbol moderno, dominado por valores que se alejan con frecuencia de la naturaleza deportiva, es difícil encontrar: Ancelotti es un domador de gigantes.

Serio, prudente y cumplidor, fue un jugador acostumbrado a barrer el polvo que dejan las estrellas. Típico hombre de casa, ayudó a redactar los códigos del Milán de Sacchi. Uno de los cuadros más famosos de la historia, tuvo en la entrañable figura de Carletto al clásico futbolista que arreglaba los problemas hacia adentro y ofrecía soluciones hacia afuera.

En un vestidor donde brillaban Gullit, Rijkaard, Van Basten, Baresi, Donadoni y Maldini, Ancelo-

tti apagaba la luz. Con esa nobleza que le obligaba a poner el hombro, meter la pierna y estirar la mano, se convirtió en uno de los hombres más sensatos del futbol. Hecho de una de una sola pieza, su carrera fue tallada con la paciencia y sabiduría de los italianos del interior: Ancelotti tenía madera de entrenador.

Pocos técnicos son capaces de conservar al jugador que llevan en el alma, sin olvidar sus razones como director. Con un sentido común, poco común, siempre pintó muy bien las líneas que mantienen el juego dentro del campo. Quizá porque admira el trabajo del agricultor, utiliza las manos para sembrar en su banda las raíces del futbol: convence con la mano izquierda y gobierna con la derecha.

Puede ser el padre que aconseja y recompensa con un beso, o el jefe paciente que levanta la ceja y encoge los hombros para pedir una explicación. Nunca un gesto demás, gestiona el cariño con firmeza y la autoridad con armonía. No despilfarra el liderazgo que le otorga su equilibrio. Sigue siendo un mediocentro puro, guarda los hábitos que hacen de esta posición, el eje de un club superior.

Alrededor suyo se han alineado políticos, nuevos ricos, viejos ricos, divas, rock stars, juveniles, veteranos y promesas. Para todos, Ancelotti ha tenido una lección. El futbol, que suele buscar explicaciones en cada triunfo y fracaso, se topa con un hombre humilde que entiende el juego con sencillez. Ancelotti huye de la filosofía de Guardiola, la omnipotencia de Mourinho, el cerrojo de Simeone o el arrojo de Klopp. Dirige al Real Madrid, un equipo considerado todopoderoso, como lo que es en realidad: un grupo de muchachos a los que tiene algo que enseñarles todas las mañanas.

José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo


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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
  • José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
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  • Columnista en La Afición desde 2008. Lic. en Administración. MBA en Comunicación. Máster en Publicidad. Periodista, comunicólogo y gestor especializado en medios con más de 20 años de experiencia en puestos directivos en empresas como CNN, Canal+ y Movistar+; ha participado en proyectos de posicionamiento de estrategias de Marketing Deportivo.
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