Cada cierto tiempo aparece un deportista que cambia la dinámica del deporte, no sabemos cómo, dónde, ni cuándo surgen este tipo de estrellas; lo que sí sabemos es que al verlas competir encontramos esa clase de atletas por los que pagamos un boleto o encendemos el televisor sin importar el día, el rival o el lugar donde compitan.
El pelotero japonés Shohei Ohtani se ha convertido a los 28 años en el mayor atractivo de las Ligas Mayores y un auténtico protagonista de la televisión estadunidense. Ohtani está marcando la agenda de los medios deportivos en los Estados Unidos, algo que no se veía desde hace algunos años.
Qué lugar ocupará este jugador en la historia del beisbol es algo que en este momento nadie puede determinar. Aunque le quedan varias temporadas en su carrera, esa particular forma de interpretar el juego como lanzador estelar e imponente bateador, puede que no dure mucho tiempo al mismo nivel.
Por ahora, sus números tienen etiqueta de leyenda: 28 cuadrangulares, 93 hits, 64 carreras anotadas, 55 impulsadas y 127 ponches en la temporada con una efectividad de 3.02; se trata de un beisbolista de película al que vale la pena mirar y disfrutar.
Este tipo de figuras, capaces de revolucionar Ligas, audiencias y mercados tienen una característica muy particular: aparecen cuando más se les necesita. Al acabar el ciclo de los Lakers y los Celtics con Magic y Bird la NBA encontró en Michael Jordan al basquetbolista que llevó este deporte a una nueva dimensión; Federer y Nadal acabaron con la era robótica del tenis; Michael Phelps y Usain Bolt no solo devolvieron todo su esplendor a los Juegos Olímpicos, sino que rescataron la natación y el atletismo de la monotonía y el aburrimiento.
Ohtani, a quien se le compara con Ruth, no es comparable con esa clase de dioses, todavía, pero su aparición es una especie de rescate en tiempos donde el beisbol discute con su pasado.