Un amigo conocido. El Grupo C de la Copa del Mundo volvió a cruzar los caminos de dos selecciones que, a pesar de las diferencias históricas y deportivas que les separan, han tenido el tiempo suficiente para construir una buena rivalidad. No ha sucedido así, porque en el estricto sentido de la palabra, el futbol mexicano es uno de los principales clientes del argentino, que siempre ha mirado a México como aliado y no como rival. Durante décadas, nuestra Liga ha funcionado como una extraordinaria plataforma comercial para jugadores, técnicos, especialistas y preparadores que, en su gran mayoría, han hecho carrera en México como excelentes profesionales.
No cabe duda que Argentina ha tenido una importante influencia en el desarrollo de nuestro futbol, su carácter competitivo y su cultura del juego son factores de aprendizaje que, en algún momento, deben convertir a la Selección Mexicana en un duro oponente de la célebre albiceleste. Jugar y competir contra ellos, pero de manera oficial, a nivel de clubes y selección, es determinante para el crecimiento: ojalá regresemos a Libertadores y Copa América. Por ahora, Qatar 2022 es una nueva oportunidad.
Un extraño enemigo. Un inexplicable desafecto sobre Javier Hernández ha impedido al futbol mexicano en todas sus versiones, reconocer el lugar de privilegio que Chicharito se ha ganado y tiene en esta historia. Estamos hablando del máximo anotador de todos los tiempos en la Selección Nacional, y un atacante que, en su estilo y con sus limitaciones, fue un jugador muy rentable y competitivo en equipos de primer orden mundial. A Hernández se le aprecia más en Inglaterra, España y Alemania, que en México.
Por increíble que parezca, su carrera y su figura no gozan del cariño y el respeto de una buena parte del medio y la afición que le consideran un futbolista del montón. Ojalá tuviéramos montones de Chicharitos, eso significa montones de goles, entrega y valor para cambiar el rumbo de las cosas. El día que se retire, será difícil explicar a las nuevas generaciones por qué un jugador mexicano con sus números, trayectoria y experiencia internacional, nunca fue valorado y reconocido como se merece: un extraordinario goleador.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo