Mientras más se acerca el Mundial, más lejos quedan los grandes favoritos y más rápido avanza Brasil. Por encima de todos en el ranking, las apuestas y las emociones que despierta, es la selección con mayor empaque y contenido a meses del campeonato.
La estadística, la historia y las ciencias naturales le convierten en un equipo que llegará al lugar exacto, en el momento justo y con el cuadro perfecto: Qatar, veinte años después de su último título y entrenando jugadores que siendo niños miraban a Cafú levantar la Copa en Yokohama: una imagen remota.
Para dos generaciones de futbolistas brasileños la leyenda del “Penta” es un video, una foto o un álbum. Herederos de la mayor fortuna que existe en los mundiales, ninguno de ellos ha podido cobrar
Los brasileños, que perdieron la última Copa América, pero ganaron los últimos Juegos Olímpicos, han recorrido el trayecto entre 2018 y 2022 con la carga más pesada y peligrosa de todas: un costal de obligaciones y una bomba de presión. Ser Brasil es uno de los tesoros más valiosos del futbol, jugar como Brasil, sigue siendo la más difícil. Esa relación entre competitividad e identidad parece resuelta por un grupo que aprendió del tiempo y el dolor de las derrotas: hace mucho que esta majestuosa selección no asustaba a nadie.
Pues bien, el Brasil de Tite está reuniendo a los monstruos del Jogo Bonito con los fantasmas del resultado: esa combinación uniformada de verde y amarillo, espanta. Clasificada con 40 goles a favor y solo 5 en contra, repartidos en 14 victorias y 3 empates, su camino a Qatar ha sido una catarsis que le permitió despojarse de complejos, hacer acopio de recuerdos y transformar sus objetivos: ganar y jugar, en ese orden.
Detrás de Brasil está Messi, y luego viene Argentina con él. Francia con Benzema y Mbappé los miran de reojo y por debajo de estos tres equipos, el catálogo de favoritos es muy parejo.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo