Ansiedad. Son tan largas las eliminatorias del Mundial, que a veces olvidamos que se trata de un campeonato muy corto: tres partidos como mínimo y siete en el mejor de los casos en veintiocho días de competencia. Esto, en el universo del futbol, es un suspiro: el título más grande del juego es un torneo pequeño. Su brevedad es la oportunidad para selecciones que no parecen favoritas, de encontrar semanas de inspiración, y una amenaza para las grandes aspirantes, de perderlo todo en un momento: así se juega la eternidad. Jugar el Mundial exige cualidades técnicas, pero, sobre todo, emocionales. Saber administrar el tiempo, la fuerza y el lugar es determinante. México debe olvidar la lentitud de las eliminatorias y concentrarse en la velocidad del Mundial: controlar la ansiedad.
Credibilidad. La carrera de Javier Aguirre es un ejemplo de tenacidad, pocos técnicos son capaces de mantener su prestigio intacto frente a la adversidad. En menos de un mes, el Vasco salió de un accidentado trayecto por la Liga Mx, y regresó a LaLiga por el mismo camino que dejó atrás: a esto se le llama credibilidad. Quienes pensaron que Aguirre estaba acabado como entrenador, lo conocen poco. Contratado como especialista en situaciones límite, intentará convencer a sus nuevos futbolistas que, jugando juntos, pueden recuperarse como equipo. En Monterrey o en Mallorca, Aguirre seguirá siendo el mismo, es el tiempo lo que pone cada cosa en su lugar. Quizá en otro momento habría sido el técnico ideal de Rayados. Por ahora, el futbol español sigue reconociendo su capacidad.
Casualidad. El primer gran golpe de la dupla Joao Havelange-Joseph Blatter, fue convertir los sorteos de la Copa del Mundo en un espectáculo televisivo. Entre bombos, pelotitas y papelitos, los Mundiales empezaban a jugarse con la fortuna y al azar, porque la suerte, siempre ha sido un factor importante en el juego. Pero pensar que lo no se gana en la cancha podrá conseguirse en una lotería, es evitar la realidad. En el deporte, nada es por casualidad. Sin embargo, el show del sorteo de Qatar 2022 el próximo viernes, volverá a ofrecernos esa sensación de sorpresa, destino o fatalidad, que solo la palabra Mundial puede provocar.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo