La constancia y competitividad que demuestran cada año los organizadores del Abierto Mexicano de Tenis, significa el último y casi único esfuerzo que un puñado de empresarios, patrocinadores, medios y aficionados continúan haciendo por mantener el buen nombre y tradición de este deporte en nuestro país. Pensar que el tenis representa un escalón “superior” en la sociedad, o que solo pueden jugarlo personas que pertenecen a ciertos sectores, impidió su desarrollo, pero no inhibió su afición que creció al calor de una época dorada protagonizada por Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic: tres tenistas que promovieron el deporte de forma universal. El tenis mexicano se encuentra en ese extraño punto la historia, en el que una afición parece más grande que el deporte: no es comparable el interés del público por seguirlo, que por jugarlo. Y no ayuda nada la consideración que se tiene de él como un deporte privado. Encontrar canchas públicas, escuelas de entrenadores o programas que permitan al tenis crecer arropado por una afición que resiste, está descartado. En México, nadie ha creído en la popularidad del tenis, etiquetado por una serie de prejuicios: es caro, elitista y lejano; pero, bajo este criterio, un gran número de deportes dejarían de practicarse. Como todos los deportes, el tenis también necesita una conexión cultural, en nuestro caso, el Abierto es el último vínculo que queda. Los próximos días, disfrutaremos el mejor torneo en la historia de Acapulco. Veremos un estadio entregado, un cuadro inmejorable y una afición conocedora, elevando el nivel del Abierto Mexicano entre los mejores de su categoría. Daniil Medvedev (2), Alexander Zverev (3), Stefanos Tsitsipas (4) y Rafael Nadal (5), los cuatro mejores tenistas del mundo, tras Djokovic, jugarán por el título; pero viéndolo de otra forma, también lo harán por el tenis mexicano. Ojalá sigamos creyendo que en algún lugar de ese estadio o mirándolo por televisión, se encuentra el futuro de nuestro tenis. Hay quienes todavía pensamos que México tiene un enorme potencial para jugar y competir en este deporte. Basta con que surja el primero y el resto llegarán con el tiempo: Acapulco seguirá abriendo camino.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo