Política

A cuatro años de la transformación nacional

El pasado 1 de diciembre se cumplieron cuatro años desde que llegó al poder el presidente Andrés Manuel López Obrador. Y, a pesar de su inmensa presencia en la plaza pública, a muchos les cuesta comprender los elementos que definen al movimiento obradorista, el porqué de su triunfo y, al día de hoy, su popularidad. A Andrés Manuel lo identificamos por tres elementos: sus causas, su método y su visión.

Primero, las causas del presidente. Si algo tiene López Obrador es su consistencia en sus porqués de la política, particularmente el combate a la corrupción y la consolidación del desarrollo económico del pueblo. Su formación se da con el triunfo neoliberal que durante casi cuatro décadas buscó abrir a México al mundo. Si bien hay muchas cosas positivas de este proceso que aún se mantienen, es ineludible que las intenciones tuvieron un pecado original: la corrupción. Este cáncer dominó cada esfera del quehacer público en México. Desde la asignación de infraestructura hasta el derecho a la salud o el salario mínimo. El obradorismo tiene como objeto un cambio de paradigma: construir desde abajo hacia arriba. Si unos tuvieron el anhelo de hacer que México fuera un hub de maquila en el mundo, destruyendo el poder adquisitivo de las y los mexicanos; el presidente apuesta por incrementos históricos en un diálogo con todos los empresarios y trabajadores. Hoy, se reconoce la importancia del salario digno y también se apuesta por crear una red de bienestar que permita progresivamente transformar la base con la que se juega en un mundo cada vez más globalizado con mejores ingresos, más salud y bienestar.

Segundo, el método. Para lograr transformar la realidad nacional, su método de hacer política fue clave: no se hace política desde el centro, sino desde la periferia; no se hace política desde arriba, sino desde el pueblo. Mientras unos creían que cortejar a las cúpulas empresariales era lo más importante, el presidente conquistó con su empatía el hambre de cambio en nuestro país. Ese es el origen de los 33 millones de votos y de su mandato hace cuatro años. Hoy, lo más importantes que ese método está presente como gobierno. Por ejemplo, recientemente tuve la oportunidad de recibir al secretario de gobernación, Adán Augusto López, para dialogar con legisladores locales sobre las reformas encaminadas en proveerles la anhelada pacificación a los jaliscienses. En todas las veces que he tenido el honor de ser legislador, nunca había visto a un funcionario federal defendiendo y dialogando con honestidad en los congresos. La efectividad del acuerdo está en la cercanía; la eficacia, en la claridad y visión por la justicia.

Finalmente, la popularidad del presidente. Ésta no solamente se mantiene, sino que crece en muchas partes del país. Cuando hay un gobernante honesto, cercano y empático después del desdén neoliberal, es previsible que el pueblo le apoye. No estamos donde tenemos que estar, el mismo presidente lo ha reconocido, pero está haciendo todo lo necesario para llegar a donde debemos estar: un México más justo, con un salario digno, con instituciones dignas e incorruptibles y, con derechos humanos y no privilegios de unos cuantos.

Esa es la fórmula obradorista. Una que asumo, acompaño y convoco a cooperar con ella para hacer de Jalisco y México un mejor lugar del que encontram

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José María Martínez
  • José María Martínez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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