“…Ah, cuánto me encanta el dulce café más delicioso que mil besos, más suave que el vino moscatel. Café, café, es mi único deseo y si quieren darme placer, ah, que me sirvan un café…”
Así dice la joven Lieschen, aficionada la café a su padre en la “Cantata del Café” que escribiera el muy célebre músico alemán Juan Sebastian Bach en 1734, claramente influenciado por la entonces popular costumbre burguesa de tomar esta deliciosa infusión.
Como cafeto, conocemos a la planta de donde se obtienen los granos con los que hacemos café; son dos especies de la familia de las Rubiáceas que son explotadas comercialmente Coffea arabica y Coffea canephora var. robusta, que crecen en tierras altas y húmedas.
La planta produce un fruto carnoso, tipo baya, que aparece en las axilas de la planta con su color verde, que al madurar adquirirá un tono rojo intenso. El fruto guarda una semilla; al descascararlo y secarlo adquiere un color verde seco.
El “café verde” se debe tostar a fin de que la semilla libere los componentes que darán, aroma, sabor y cuerpo a una taza de café. De acuerdo con la variedad y el grado de tostado el café puede tener cerca de mil substancias que, incluyendo entre otras a aminoácidos y otros compuestos nitrogenados, polisacáridos, azúcares, diterpenos (cafestol y kahweol), ácidos volátiles, cafeína y sustancias volátiles (más de 800, de las que 60-80 son responsables del aroma del café).
La cafeína, la sustancia psicoactiva más consumida en el mundo, es un alcaloide estimulante del sistema nervioso central que restaura temporalmente el sentido de alerta y elimina la somnolencia. En una taza de café de grano se pueden encontrar 125 mg de cafeína.
En la infusión de café puede encontrarse cuerpo, que es la sensación con respecto a textura que se siente en la boca. Por otra parte, estará el sabor, que irá de ácido a amargo. El color de la infusión, negro a café también será variable. Mientras que el aroma será algo sin igual, desde abrir la bolsa del molido.
Por favor, no tome “noescafé” y dese el lujo que nos podemos dar en nuestro país de ir al mercado, pida un poco de café, que lo muelan ahí, haga usted mismo la infusión y disfrute sorbo a sorbo de su majestad el café, la reina de las bebidas, que deleita al ojo, embelesa a la boca, saborea a las papilas gustativas y encanta al olfato.