Cultura

La literatura del plagio

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  • La literatura del plagio
  • José Luis Vivar

El mejor consejo que puede recibir un escritor que va a entregar un manuscrito a una editorial o participará en algún certamen literario —sobre todo internacional—, es que registre su obra en el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR), para protegerla de cualquier posible plagio parcial o total. Por desgracia la mayoría de los autores hacen caso omiso de esta sugerencia, y aunque no es común, de vez en cuando nos enteramos de reclamaciones públicas porque tal libro es un plagio de un autor famoso.

Por increíble que parezca en los medios literarios sobran ejemplos de autores reconocidos que han sido señalados de robar la temática la idea, algunos párrafos, o de plano toda la obra. Muchas de estas demandas tardan tiempo en resolverse, o son archivadas porque el prestigio del autor demandado pesa más que de ese ser anónimo que exige justicia, la cual se traduce en reparación del daño.

Basta recordar el caso del escritor mexicano Teófilo Huerta Moreno (el creador en 1980 de la famosa frase: regale afecto no lo compre), quien en 2006 acusó nada menos que a José Saramago —Premio Nobel de Literatura 1998—, de haberle plagiado su cuento “¡Últimas Noticias!”, para convertirlo en la novela “Las Intermitencias de la Muerte”, algo que el autor portugués negó rotundamente hasta el día de su muerte, argumentando que había coincidencias en el tema de la ausencia de la muerte, pero que él no había tocado con la punta de los dedos el cuento del autor.

Y aunque el escritor mexicano se mantuvo firme y presentó evidencias de lo que aseguraba, para la parte demandada no eran más que simples coincidencias. Coincidencias de que las palabras del cuento en la novela de Saramago eran paráfrasis, con lo cual difícilmente se podía probar el plagio. Sin duda se trataba de una estrategia muy bien diseñada para sepultar la verdad.

José Saramago falleció en 2010 y el caso no quedó cerrado, sino en el olvido. Los herederos del escritor portugués no agregaron ni una palabra a lo que ya habían declarado antes. Para Teófilo Huerta fue la decepción y la tristeza de que no se le haya hecho justicia. Pero en medio de todo este asunto, surgió una pregunta: ¿cómo llegó el mencionado cuento hasta Portugal? La respuesta estaba en la persona Sealtiel Alatriste, quien era director de la editorial Alfaguara, y habría dado el texto a Saramago.

El escritor negó la acusación, pero solo unos años más tarde, fue también acusado de plagiar una variedad de textos. En su defensa dijo que había omitido citar las fuentes de sus escritos, pero que no había cometido ningún delito. Pero la presión fue demasiada y en 2012 se vio obligado a renunciar al Premio Xavier Villaurrutia, y al mismo tiempo abandonar la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM.

Como en otras expresiones artísticas la literatura del plagio ha existido y seguirá existiendo. No se trata de que el escritor que roba carezca de imaginación o de capacidad intelectual para realizar su propia obra; a veces el tema de otro le resulta atractivo, y simplemente se apropia de lo ajeno. Famoso o no, comete un delito intelectual.

En su blog, Teófilo Huerta Moreno presenta sus cuentos. Llama la atención que el titulado “¡Últimas Noticias”! tenga una nota de advertencia.

José Luis Vivar

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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