Así sea, musita el cartujo después de escuchar el comentario de López Obrador sobre la detención del ex gobernador Jaime Rodríguez, en Nuevo León. Sin pregunta de por medio, en su conferencia del miércoles en Palacio Nacional, después de subrayar el carácter local del asunto, agregó: “Lo que siempre recomiendo es que no se debe de utilizar la ley para venganzas políticas, no se pueden fabricar delitos y al mismo tiempo no debe de haber impunidad. Entonces, se debe de informar cuáles fueron los motivos, las causas, presentar las pruebas, transparentar todo y, como son asuntos importantes, se tiene que informar bien a todos los ciudadanos”.
El razonamiento es impecable; así —como dice el Presidente— debería actuarse en todos los casos, para despejar dudas y malos entendidos. Así, piensa el monje, deberían conducirse funcionarios como el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García; el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, o la jefa de Gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quienes promueven o toleran ajustes de cuentas contra adversarios políticos o parientes incómodos, llevándolos a la cárcel o pretendiendo, con argumentos endebles, despojarlos de cargos ganados en las urnas.
En Veracruz, la fiscalía parece estar al servicio de Cuitláhuac. Por eso, sin pruebas consistentes, han sido privados de la libertad muchos de sus enemigos, en una obscena demostración de poder, pero sobre todo de impunidad.
Como si fuera un contagio, Gertz Manero anda en las mismas: utiliza la FGR para vendettas personales, pudriendo la vida de su familia política en una disputa legal cuya resolución está ahora en la cancha de la Suprema Corte, de donde, vaticinan los expertos, saldrán victoriosas las mujeres víctimas del fiscal.
En la capital del país, Sheinbaum, ladinamente, se dice ajena a la persecución contra Sandra Cuevas, la suspendida alcaldesa en Cuauhtémoc, acusada, entre otros delitos, de agredir a policías capitalinos, aunque en el fondo su imperdonable agravio fue quitarle esa demarcación a Morena, partido donde el respeto a la ley es acaso una quimera.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.