Política

El problema del cronista con su nariz

  • Carta de Esmógico City
  • El problema del cronista con su nariz
  • José de la Colina

Enfundado en grueso piyama, espesa bata y densos calcetines, el cronista teclea —con furia, para tratar de calentarse— en la laptop, el aparato que en el español hablado y escrito en México sigue sin tener adecuado nombre, pues se le llama computadora aunque muy poco se la usa para computar, sino más bien para redactar ¡y a veces hasta para escribir! Por cierto que en España la llaman ordenador, quizá también erróneamente... pero, en fin, no nos metamos en intríngulis lingüísticos.

Así pues, teclea el cronista en su estudio-dormitorio, que es una de las habitaciones más frías de su casa (y la de usted), de tal modo que el susodicho, excesivamente arropado y sentado ante la pantalla azul —que lo acecha, ávida de palabras escritas y quizá bien pensadas—, trata de escribir, o al menos intenta redactar la Carta de Esmógico City número quién sabe cuántos. Y advierte el tecleador croniquero que se le hiela la nariz, adminículo carnal al que considera absolutamente imprescindible, pues sabe que los que saben de fisiología (aunque solo sea de la fisiología humana) dicen que en la nariz tenemos el sentido del gusto y no en el paladar, como tendemos ingenua e incultamente a creer los humanos cuando decimos, por ejemplo, que hemos "paladeado" unos sublimes romeritos o unos chiles en nogada o un rojo vino riojeño o un flan glorioso, e incluso un helado. Y, entonces, temeroso de que se le caiga como un trozo de hielo la nariz (nada parecida, desde luego, a los apéndices faciales de los hermosos griegos antiguos, que nacían todos ya estatuarios y marmóreos), el cronista se envuelve en una mullida bufanda la parte baja de la cara, y, sí, ¡aleluya!, la nariz se le entibia un poco, pero, oh, ¡caramba! (palabra que urgentemente sustituye a ¡carajo!, palabrejo tan incivil), he aquí que el aliento del cronista, buscando una salida de la susodicha prenda, se va para arriba, ya vaporizado, y empaña los lentes, impidiendo ver la pantalla en donde era de esperar que surgiese un texto más objetivo, menos personal, es decir menos egocéntrico, acerca del canijo frío que se abate como un ángel congelador en torno al cronista y quizá a algunos colegas más cuando estamos tecleando, redactando y quizá hasta escribiendo un artículo, a pesar de que temblamos, más que por el frío, por el riesgo de quedar desnarigados y peormente fotografiables de lo que ya somos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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