Un amigo define como el síndrome de doña Chuchita a la forma de enjuiciar los problemas cotidianos de una comunidad.
La quejumbre es por todo y contra todo lo que huela a gobierno. La crítica siempre es a las autoridades.
No son pocos los ciudadanos quienes tienen esa visión, en especial en la cuestión de corrupción. Para ellos el gobierno es quien lo fomenta.
No ven al estudiante quien soborna a un maestro por una calificación, al comerciante del barrio quien paga a un inspector para trabajar fuera de horario o al pequeño empresario buscando eludir el pago de impuestos.
La corrupción inicia en la mayoría de las ocasiones en el ciudadano, y el gobierno o autoridad se deja querer.
Mientras menos ciudadanos estén dispuestos a arreglos ilícitos con la autoridad, menor corrupción habrá. Doña Chuchita lo debería saber.