El papa Francisco deja constancia de su liderazgo mundial más allá del plano religioso y espiritual. Sus propuestas sociales suenan más de estadista que de encumbrado sacerdote.
Tiene alto sentido común, del cual muchos políticos ya lo quisieran. Esgrime lo justo, lo correcto, apela a la solidaridad, lo que todo funcionario público está obligado a hacer.
Lo dicho por el papa Francisco puede ser un llamado al despertar de los líderes religiosos, en especial de las denominaciones cristianas y otras a exigir políticas públicas equitativas.
El Papa no invade ninguna esfera; llama las cosas por su nombre desde un escenario de alta jerarquía y respeto.
Imagínese a los líderes religiosos unidos en una voz clamando justicia social en cada uno de sus escenarios y campos de influencia. Meterían en apuro al mundo.