Un cambio controvertido de la actual sucesión presidencial ha sido la intensa actividad emprendida desde la noche del mismo día 1 de julio por Andrés Manuel López Obrador, cuya agenda sin precedentes desplazó con mucho la gestión del presidente en funciones Enrique Peña Nieto.
En menos de un mes el de Macuspana se convirtió en el centro de la opinión pública nacional y en un referente de la información internacional, al dar a conocer una cantidad impresionante de anuncios que se materializarán a partir del 1 de diciembre próximo y al recibir a funcionarios de primer nivel de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá que negocian el futuro del TLC.
En la semana anterior se publicaron dos encuestas, una de Consulta Mitofsky y la otra del diario Reforma que muestran el ánimo social después de la elección. En términos generales se conservan los niveles de aceptación de los cómputos electorales y se espera un futuro mejor para todos.
En relación a las promesas de campaña el 49% de la población cree que el gobierno entrante cumplirá sin embargo hay diferencias entre los encuestados acerca del tiempo en el que esperan que deberán cumplirse los cambios prometidos. Hay quienes quieren observar los resultados en menos de un año, otros en menos de tres y seis meses y otros tantos después de los tres años de gobierno.
Vicente Fox dilapidó su alta popularidad en los dos primeros años al cancelar su proyecto estrella del Nuevo aeropuerto. Felipe calderón con la guerra contra el narcotráfico se recuperó del empate técnico con AMLO y Enrique Peña Nieto se fortaleció con el Pacto por México pero retrocedió con el escándalo de la Casa Blanca.
AMLO adelantó sus tiempos de luna de miel. Habrá que ver si ya asimiló el cambio del rebelde del sistema y líder de la izquierda social a su papel de presidente de todos los mexicanos. Los excesos y el abuso de poder de sus adversarios, su tenacidad política y el remolino digital en su favor fueron decisivos, pero gobernar al México de nuestro tiempo será el reto mayor de su carrera.
