En un reinado vivió un sabio que tenía la fama de resolver todos los enigmas que se le plantearan. Así, el rey lo llamó y le pidió que le diera la fórmula de la felicidad.
El sabio se retiró unos meses y, al volver, le dio al rey un anillo y le pidió que leyera una inscripción interna -un pequeño letrero que solo el rey podía leer- en los momentos de mayor euforia, de mayor éxito, así como en los momentos de mayor amargura, derrota y depresión.
La gente empezó a notar que el rey, en sus mejores y peores momentos, miraba su anillo y leía aquella inscripción y que, al paso del tiempo, eso lo transformó en un hombre más sabio y justo, con más capacidad para mejor gobernar.
Trascendió que en la inscripción interna del anillo del rey había solo tres palabras. Cuando murió el rey todos quisieron conocer la inscripción que había transformado la historia del reinado. Al ver el anillo en su parte interna, estaban escritas tres palabras: “Esto también pasará”.
Estas palabras, en los momentos de mayor euforia y triunfo significaban para el rey la posibilidad de poner los pies en la tierra, y en los momentos de dolor se transformaban en un símbolo de esperanza. En unos y en otros momentos le dieron la posibilidad de mirar hacia adentro y desde el sentido del éxito interno, la ansiada fórmula de la felicidad. Autor anónimo.
Estimado lector: la mente es como un espejo de agua; cuando está agitada nos impide ver el entorno, todo se hace incierto y confuso pero, al retornar la calma, nos permite ver nítidamente el fondo y su contenido.
No juzguemos ni precipitemos nuestros juicios, seamos menos sabios en la opinión propia y más dispuestos a escuchar la opinión de terceros. Aprendamos a conservar el ánimo ante cualquier circunstancia, la calma frente a la tempestad y la claridad de juicio en los momentos más obscuros.
Asienta que ecuanimidad es la uniformidad del ánimo ante el dolor y el placer, el triunfo y la derrota. Es precisión, cordura, armonía, equilibrio e imparcialidad, es la visión equilibrada que pone las cosas en su lugar y nos permite asumir lo inevitable sin que el ánimo se turbe. Y recuerde que después de todo... ¡Todo pasa!
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