Desde que tomas la decisión de acudir a ver un juego de futbol soccer en los Estados Unidos todo se simplifica. Los boletos los puedes adquirir en diferentes empresas por la Internet, los pagas con tarjeta y te llegan por correo electrónico, los imprimes en un hoja normal y en el estadio la escanean y tienes el acceso.
El estacionamiento para el auto también tiene pre venta de accesos y entonces ya nada se complica.La mercadotecnia se hace presente con espíritu de tianguis, así que la fiesta comienza con horas de antelación, y sólo ves en el recorrido, caras felices, familias unidas y mucho respeto.
El acceso al estadio es ordenado, con filas larguísimas en las que todos se forman, existen vallas que nadie cuida, pero que todos respetan y cuando llegas al acceso, el guardia no te ve con cara de malo, sonríe y escanea tu cuerpo en busca de metal, cuando suena y comprueba que es un cinto, una pluma o un reloj, vuelve a sonreír y te cede el paso.
Adentro el mar de gente es enorme, parece que todos van a todas partes, mas de 50 mil mexicanos, identificados por su camiseta verde, blanca, negra o roja, algunas de hace exactamente 6 mundiales pero con todavía extractos de color suficiente para ser usada hasta Brasil 2014.
Allá no se fijan si es la oficial o no, con que sea verde y diga México sirve.Nadie ocupa un lugar que no le corresponda, todos se sientan donde deben y beben y beben y vuelven a beber, hasta que se cierran los expendios media hora antes de que finalice el juego.
La alegría se comparte hasta con los de ojos rasgados que visten como regularmente lo hacen, ellos los coreanos no llevan pelucas tricolores ni manchas de pintura en sus rostros y acceden a tomarse la foto, cuando algún fanático lo pide, para llevarse a México la imagen de los coreanos humillados, pero ellos no se dan cuenta, pues sonríen en todo momento.
Los dos equipos se presentaron con caras jóvenes y eso es bueno, pues se preparan con tiempo y con refuerzos los cuadros que irán al mundial.
Impresiona la disciplina de los asiáticos, al termino del juego, los que no jugaron por tener que permanecer en la banca, saltan a su portería y juegan entre ellos, gastando la energía que guardaban, mientras lo que si jugaron se reúnen en circulo cerca de la media cancha y analizan con el director técnico las jugadas que no resultaron, terminando con ejercicios de post calentamiento antes de partir del estadio.
Fue un 4 a 0 contundente, que permite ver nuevas figuras en claro ascenso deportivo en el futbol mexicano.
Bueno dejemos la crónica deportiva para concentrarnos en la insoportable levedad del ser, pues gracias al Maestro Lupe Díaz, nos enteramos que la ciudad de Brownsville tiene una nueva visitante nocturna, que por cuestiones de “seguridad” ha cambiado su residencia al lado americano.
Si, tanto que lo criticó en campaña, pero la dama azul, YA DUERME ALLÁ.
