Clínicamente el letargo es un estado de somnolencia prolongada causada por ciertas enfermedades. Es además síntoma de varios padecimientos nerviosos, infecciosos o tóxicos, caracterizado por un estado de somnolencia profunda y prolongada.
Torpeza, modorra, insensibilidad, enajenamiento del ánimo están relacionados a dicho estado como comportamientos asociados, ya que el organismo relaja todo el cuerpo.En política además resulta endémico, y exhibe en sus notorias fallas, a los órganos que no fueron capaces de resistirlo, al vulnerar la confianza y la credibilidad en aquellos que exigieron y obtuvieron su pequeña cuota de poder.
Así se exhiben los esfuerzos desmesurados de Lupe Reyes, presidente del PRI en Matamoros, al enjugar sus lagrimas en las tranquilas aguas de la Alberca Chávez.También sin rubor, desde la Secretaría General de Gobierno, se secan los sudores de Erick Silva en la pasada contienda, desde las lagunetas de pre-sedimentación de la Junta de Aguas y Drenaje, administrando los bienes resultados de los males.
Dos ejemplos muy claros de la toxicidad del contubernio.El nerviosismo cunde y se pierde la brújula, no hay pues intención interior de asumir con responsabilidad la postura de oposición cuando dos ex sucumben al llamado opositor.Si la intención es debilitar, lo están logrando, la torpeza es mayor cuando se notan las ligas que unen afanes, pero desunen las jaras que ya sin amarras, una a una serán rotas sin piedad ni compasión.La modorra de las nuevas generaciones, de los políticos emergentes se nota, cuando no exigen una dirigencia provisional para asumir con dignidad y responsabilidad la postura crítica que requiere un verdadero liderazgo, comprometido con principios ideológicos.
La falta de visión o previsión enajena todo el organismo, pues esperan desde el PRI estatal la luz al final del túnel, sin percatarse siquiera que esa luz puede ser el fin de la existencia, si acaso allá piensan que otro ex le puede dar la puntilla.
El relajamiento pues se nota en la modorra, no se capitalizan los errores, -que son muchos-, cometidos en el frente opositor, tampoco se proyectan acciones a futuro para reunificar las fuerzas, se pierde el tiempo irremediablemente, defendiendo aviadores y fabricando nuevas pistas de aterrizaje. Se olvidan de la poda y no dejan crecer a los nuevos líderes, tal vez porque ellos, los del relevo generacional no están dispuestos a decir las cosas por su nombre, pues como en los pleitos familiares, los hermanos se pelean por la herencia.
El mal es tan grande que las decisiones se toman en círculo cerrado y no hay poder humano que destruya la metástasis, las glorias del pasado hacen que los perdedores se sientan ganadores y en tierra de ciegos el tuerto es rey.¿Cuánto falta para escribir el epitafio?Muy poco tal vez, en el relevo se podrá intuir si los jóvenes tienen futuro o acudirán solo a compartir el café a funerales Lozano, para llorar un poco al no percatarse del endémico y grave LETARGO DEL PRI.