
“Para subir al cielo se necesita/una escalera grande y otra chiquita”. Estos versos misteriosos salen de “La bamba”, el famoso, y muy trajinado, son jarocho.
“La bamba” nos presenta una subida al cielo que tiene su complicación, se necesitan dos escaleras de distintos tamaños. En cambio la banda Led Zeppelin propone un vuelo directo al cielo, sin escalas y con una sola escalera: and she’s buying a stairway to heaven.
La segunda escalera de “La bamba”, la chiquita, es el detalle judeocristiano de la canción: el sacrificio que es imprescindible hacer antes de entrar al Paraíso, ese lugar idílico al que los rockeros descreídos de Led Zeppelin entran con gran desparpajo, mientras los creyentes no pueden acceder si no pagan el tributo.
Pero la ambición de subir al cielo es más vieja que “La bamba”, que es del siglo XVII. Es más vieja incluso que Jesucristo.
Ra, el dios egipcio del sol, subió al cielo a lomos de la vaca celestial, lo cual parece más confortable que la larga escalera de Led Zeppelin, y ya ni hablar de las dos que exige “La bamba”.
Entre la escalera y la vaca celestial, está la vía de Quetzalcóatl que, de acuerdo con una inquietante imagen que rescata Bernardino de Sahagún (Historia general de las cosas de la Nueva España), “llegando a la ribera de la mar, mandó hacer una balsa hecha de culebras que se llama coatlapechitli, y en ella entró y asentóse como en una canoa, y así se fue por la mar navegando”. Hay que situarse en aquella época en la que el mar era la escalera, porque en el horizonte el agua se tocaba con el cielo.
Pero, en los Anales de Cuauhtitlán, la escalera que utiliza Quetzalcóatl es más sufrida; no navega en esa fabulosa balsa de culebras donde, sin embargo, había que cuidarse de no pisarle la cabeza a una nauyaca. Después de ataviarse ceremoniosamente con sus mejores galas, se prendió fuego. Era el año I Acatl. En cuanto el cuerpo quedó reducido a cenizas, los que estaban por ahí vieron cómo el corazón de Quetzalcóatl subía al cielo y se incrustaba en el plano astral como Venus, la estrella de la tarde y el lucero del alba.