
El banquete de Platón me llevó a pensar en la educación sentimental que una serie de cantantes, más o menos cursis, casi siempre desgarradores, ha impartido a los habitantes del mundo hispano. Casi quinientos millones de almas han sido educadas en la creencia de que el amor es necesariamente una desgracia, gracias a ese amplio, e involuntario, profesorado de la órbita de, por decir algo, Camilo Sesto, o José José. Ya me entienden lo que quiero decir.
Esas piezas musicales que llevan décadas formando parte de la atmósfera invitan al gozoso regodeo en el drama sentimental. O peor: lo normalizan. No es lo mismo, estoy seguro, crecer escuchando a Led Zeppelin que a José Luis Perales.
Esta normalización del amor como desgracia viene de Platón, de esta sentencia que ya cité el lunes pasado: “El amor es deseo y el deseo es carencia”. De acuerdo con esta idea se enamora uno de lo que carece, no tanto de otra persona como de esos elementos que te hacen falta y que la otra persona tiene. El amor, según esto, es un remiendo. O peor: un acto vampírico.
En un mundo dónde el deseo, que es el amor, es carencia, sólo sobrevive el roto que se junta con la descosida.
Basta observar un poco el entorno para comprobar que el amor no es sólo privilegio de los averiados. Platón se transparenta en esas canciones que hurgan en la herida de nuestra carencia estructural, y a la luz de estas piezas el amor platónico adquiere un nuevo, y lamentable, filón.
Por fortuna tenemos a Baruch Spinoza para defendernos de Platón y de la derrota amorosa permanente que proponen esas canciones. Spinoza está de acuerdo en que el amor es deseo, pero el deseo para él no es carencia, sino potencia: potencia de gozar y de existir con todas sus ramificaciones. Desde este punto de vista el enamorado potencia, hace mejor a su pareja, no la parasita como sentencian Platón y sus vampiros.
Quizá las relaciones amorosas serían menos tóxicas, y las desgracias del amor menos celebradas, si ese sector de la música pop fuera menos platónico y más spinozista.
Jordi Soler