La tragedia infernal de San Pablito, en Tultepec, es producto de una combinación macabra.
“¿A qué tiene acceso el ciudadano promedio en Tultepec? ¿Educación de calidad, oportunidades de empleo digno, justicia?
“La respuesta es a nada de esto y por eso generaciones enteras viven condenadas a jugarse la vida, dedicados a lo único que pone comida en la mesa: manipular explosivos. En este caso hasta 100 toneladas de material explosivo.
“La falta de opciones es también falta de libertad. Esa es la responsabilidad que no entiende el gobernador Ávila porque, como el resto de la clase política, no ha logrado descifrar que el propósito de su cargo es servir a otros en vez de servirse a sí mismo”, Enrique Acevedo en MILENIO, 22,dic,2016.
Si únicamente se colocan las cuestiones de reglamentación, seguridad, corrupción y se elude la causa de fondo, si no vamos a la raíz, continuarán las tragedias tipo Tultepec y San Juanico.
Es terrible que las muertes en México sean mayores a las de un atentado como el de Berlín y que la montaña de cadáveres producto de la “Guerra contra el crimen organizado” sea tan inmensa como la de los producidos por la guerra en Siria.
No es nada estimulante ni orgullo identitario “cultural-nacional” ese fúnebre panorama.
Aunque las palabras de la lengua de madera del doctrinarismo, casi siempre sirvieron para evadir la búsqueda de soluciones viables y se quedaban en meros “lugarcomunismos”, ante los múltiples problemas nacionales e internacionales no nos haría nada mal recuperar una visión más general de lo que produce la desigualdad, la precariedad, la criminalidad, la discriminación, la tragedia de los migrantes y las “guerritas” tipo Siria.
En medio de la oscuridad alienta el ejemplo de los chavos banda que rescataron los cuerpos en medio de las llamas infernales de Tultepec. Esas NO PERSONAS permanentemente estigmatizadas han tenido la capacidad de hacer frente a la tragedia, como lo hizo la sociedad civil en 1985, desoyendo al gobierno que la quería inmovilizada en sus casas.
Viene a mi memoria aquella estrofa de la canción colombiana de los 60: ya se murió el angelito... fue culpa del mal social.