El neoliberalismo fue un sistema político económico que se desarrolló desde la caída del Muro de Berlín en 1989 y que ha llegado a su fin definitivamente. El neoliberalismo no era otra cosa que un mundo globalizado, interconectado, en forma de un enorme mercado global, controlado por las grandes corporaciones, lo que provocó una gran depredación del planeta y una enorme desigualdad pues desplazó a un gran número de pequeños y medianos comerciantes. En este mundo globalizado, el ganador indiscutible fue China que se convirtió en la fábrica del mundo y los grandes perdedores Estados Unidos y Europa que se convirtieron en consumidores improductivos, por ello el abandono del sistema, ni siquiera se da este fin por la desigualdad o la depredación del planeta, sino porque China avanzaba a pasos gigantescos hacia la supremacía mundial.
Hoy en día en países como México, los Estados retoman el lugar que les corresponde como entes soberanos mientras reasumen también su responsabilidad por el bienestar de la población y por el cuidado del medio ambiente, poniendo en su lugar a las grandes corporaciones.
El papel del Estado como ente soberano, es decir, con el mayor poder en México, es velar por el bienestar de la población y por un crecimiento ordenado y sustentable y por supuesto no puede someterse al Estado a los deseos de ganancias desmedidas de cualquier tipo de corporación, menos aún si son extranjeras.
El papel de las corporaciones debe de ser el producir servicios y mercancías valiosas para la población, crear empleos bien remunerados, pagar impuestos para contribuir al gasto público, a cambio de obtener ganancias razonables. No debe ponerse a las empresas por encima del Estado para obtener ganancias indebidas y desproporcionadas a costa de la población y en beneficio de un pequeño grupo.
Con la reforma eléctrica justamente se propone que el Estado como poder soberano reasuma el control de la generación, comercialización y distribución de la energía eléctrica como un área estratégica del país y coloque en su lugar a las empresas para que coadyuven en un ambiente de verdadera competencia y no de privilegio y siempre sometidas al Estado Mexicano como esfuerzo colectivo de todos los mexicanos.
Así las cosas, con base en el contexto mundial actual, la reforma eléctrica debe de prosperar pues ningún congreso puede defender los intereses económicos desmedidos de unas cuantas corporaciones sobre el interés general de la población del país. Que el Estado reasuma su papel y las corporaciones el suyo.
No omitimos mencionar en este análisis la corrupción a la que seguramente serán tentados los legisladores como lo fueron al momento de aprobar la reforma energética de Peña Nieto y Calderón, pero esperemos que los legisladores estén a la altura de las circunstancias. A ellos les digo, nos esperan jornadas quijotescas, en esta encrucijada debemos actuar con patriotismo auténtico y aún con heroísmo, el fin del neoliberalismo se vive en México también, que retome cada uno, el Estado y las empresas, el lugar que por derecho y por justicia les corresponde.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor en la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.