Política

Del orgullo huasteco, que rompe muros

  • Desde la raíz
  • Del orgullo huasteco, que rompe muros
  • Jesús Guerrero Valdez

“En unos momentos más estaremos en el bar del Teatro Molière en Bruselas...” publicaba el grupo Tlacuatzin hace unos días más o menos, en su página oficial en redes sociales. No es la primera vez que un grupo que interpreta huapango y lanza décimas de son huasteco viaja fuera del país.

Pero llama la atención el compromiso: Tlacuatzin no es un trío propiamente, es una generalidad; es un proyecto que “involucra a promotores, poetas, músicos, repentistas, artistas gráficos, bailadores, e investigadores”, todos “maestros y pilares de lo que es grupo”.

Recientemente el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes los ha apoyado para la realización de este proyecto, y la asociación Muziekpublique y el Festival Sonamos Latinoamérica los escogieron para llevar su llama de Tlacuache -dentro de la mitología mesoamericana- hasta ultramar.

Hay jardines que florecen entre el otoño e invierno y dan su luz en tierras huastecas. La Cascada del Huapango en Ixhuatlán de Madero, por ejemplo es uno de ellos; pero, quizá la floración más representativa de esta amplia región dentro del huapango, sea la fiesta anual en Amatlán-Naranjos, Veracruz,

De ahí, retoñitos que parecían insalvables han florecido para surgir como grandes exponentes de la música; la lista sería amplia, e injusto no mencionar alguna llama, porque faltarían nombres. De ese vergel han florecido músicos como los que ha dado Tlacuatzin.

De viejos sabios -como bien dice Eloy Zúñiga Guinea- como don Víctor Ramírez del Ángel de Xoxocapa; el trovador huasteco Jorge Morenos; la decimista y compositora Cecilia Guinea; don Élfego Villegas de son zonteño; el antropólogo Román Güemes; de doña Antonia Vera y su fundación Huitzitzilin en Tepetzintla, Ver.; de maestras como Soraima Galindo en Tamaulipas; los hermanos Hever y Santiago Fajardo; poetas como Arturo Castillo Tristán, don Joel Monroy, don Marquitos Hernández y don Gregorio Solano (Camperos de Valles), Enrique Melo de Chicontepec, Ver. y el maestro Eduardo Bustos Valenzuela. Y la lista se engrosa.

Sobre su experiencia en Bruselas, Eloy Zúñiga me confió:

“Hay cosas bien fuertes... una fue lo que proyectó el grupo más allá de la música; es decir, los valores reflejados en nuestro trato amoroso y el respeto hacia don Víctor. El grupo empezó con Manuel al violín y ya teníamos al público enamorado... pero cuando entró el sabio, aquello fue muy poderoso, había personas llorando... Musicalmente lo hicimos con toda la pasión y dignidad...” No le dije, pero lo pensé: me quedo con esa estampa que no es la última de mi Huasteca.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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