Grande fue mi sorpresa hace unas semanas después de media noche -no porque no los haya visto antes- una perrería se lanzó sobre mis huesitos despuesito de la zona peatonal; había caminado unos 300 metros apenas. Muchos dirán, qué horas son esas para andar en la calle; mi trabajo y mi salud me obliga a caminar por esos rumbos de Dios.
En honor a la verdad, tuve miedo; uno de los canes “rabiosos” fue el violento mensajero. Parecía que disfrutaba con la escena, pues me mostraba su dentadura como si se tratase de una sonrisa sardónica, mientras los otro cuadrúpedos me rodeaban y gruñían.
Quiso por lo menos un par de veces hincarme el colmillo en mi pantorrilla y, lejos de correr, me quedé petrificado, mientras por buena fortuna, mi holgado pantalón era rasgado, y no pude más que acertar dar un -certero, digo yo- puntapié al animal, lo que curiosamente hizo salir huyendo a la bestia llorando y detrás de ella al resto del grupo. Por suerte.
Es en la noche o, en la madrugada cuando los grupos de caninos ladran, chillan y escandalizan por largas y desoladas calles de la ciudad, sea en colonias o en las zonas centro de Tampico, Madero y Altamira.
En la extensa geografía de los tres municipios que comprende la zona metropolitana del sur de Tamaulipas, nada hay más evidente: la población de perros y gatos es un problema grave de salud pública, que por más que se muestre espinoso, nadie le quiere entrar. Para acabar pronto: primero se habla de crear un parque para mascotas, que de una perrera municipal.
Fue el pasado 2 de noviembre que el Ayuntamiento de Tampico anunció que se consideraba la creación de un parque para mascotas; para ello se necesita de una inversión que podría fluctuar de los 1.5 a los 1.9 millones de pesos.
“Sería en Tamaulipas el primer municipio que tuviera un parque para mascotas”, declaró la alcaldesa Magdalena Peraza Guerra; la Dirección de Atención a la Juventud y las empresas le presentarán dicha misión.
Este proyecto no parecería nada malo, si no se tomara en cuenta el gran número de animales callejeros que pululan en las ciudades, y la dificultad que representan tan solo en gastos de recolección de basura y limpieza de la ciudad.
De todos es sabido, que las bolsas y recipientes de basura en las esquinas son destruidos por hambrientos perros y gatos, que andan en busca de los desechos alimenticios de los humanos; no todos esas morrales llevan alimento, sino que resguardan papel higiénico, obviamente usado y pañales sucios. Situación que contribuye al insalubre panorama de la de por sí contaminadas urbes.
¿Se ha dado una vuelta por la ciudad muy temprano, de madrugada si quiere; cuando las jaurías hacen sus habituales recorridos por las corredores de la ciudad? Se lo dejo de tarea.