Política

La binacionalidad incomprendida

Protesta en Los Ángeles, California, por las redadas contra personas migrantes. ARIEL OJEDA
Protesta en Los Ángeles, California, por las redadas contra personas migrantes. ARIEL OJEDA

“Enarbolas una bandera mexicana, pero serviste como miembro de la Guardia Nacional [en Estados Unidos], ¿qué significa para ti?”, le preguntó un periodista de MSNBC a un estadunidense de origen mexicano durante una protesta en Los Ángeles, California: “Mis padres vinieron de México, mi sangre es mexicana, nací aquí, no me malinterpretes, amo a este país”, respondió.

La binacionalidad es un asunto incomprendido en México y en EU, no se entiende el orgullo que siente una persona por su origen, pero se le reprocha vivir y contribuir en una tierra que lo considera un extranjero. El sentimiento de pertenecer a dos naciones es particular entre los hispanos, debido a la cercanía con sus países. Entre los mexicanos es incluso mayor, debido a la vecindad entre ambas naciones y la interconectividad familiar, económica y cultural.

La incomprensión sobre la binacionalidad resulta una constante con el gobierno de Donald Trump y su movimiento MAGA, debido a la necesidad de sus miembros de confirmar que EU pertenece única y solamente a ciertas personas —ni siquiera a nativos americanos—, a pesar del espíritu migratorio en la fundación del país, porque a pesar de que insistentemente busquen separar “colonos” de “inmigrantes”, al final esos colonos fueron personas que migraron de Inglaterra, principalmente.

Lo que enfrentan los hispanos no es nuevo ni único, por supuesto, diversas oleadas de inmigrantes enfrentaron situaciones adversas. La discriminación ha sido siempre la base, tal como vivieron los italianos a principios de 1900s, considerados los menos europeos de los europeos, pero antes de ellos los irlandeses padecieron situaciones similares.

Con los hispanos el escenario parece distinto y no por algo nimio; es distinto por su tono de piel, algo imposible de cambiar. Entre los mismos hispanos hay discriminación por ello, como lo establece un estudio del Pew Research Center del 2021, cuando se reveló que 48 por ciento de esta población reconoció que hace bromas sobre el color de piel de otros hispanos. Es decir, pareciera que el tono de piel es el enemigo primario, sobre todo cuando los agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) —que emplea a decenas de hispanos— realizan operaciones basadas en el perfil racial o étnico de una persona, solamente por cómo se ve. Así le ocurrió a un joven estadunidense detenido en el Metro de Nueva York por agentes migratorios, quienes varias horas después tuvieron que liberarlo. Tardaron porque no creían que su identificación estadunidense fuera válida, real. Como él, 81 por ciento de los casi 65 millones de hispanos son estadunidenses, según la Oficina del Censo.

Con Trump la situación está lejos de mejorar para los hispanos, debido a su retórica sobre una “invasión” inexistente que lo ha llevado a implementar leyes promulgadas cuando EU enfrentaba conflictos armados reales, leyes de los 1800s. No hay una “insurrección”, no hay una “invasión”, no hay motivo de utilizar a los militares contra civiles en el país y establecer acciones autoritarias —me ha dicho Amnistía Internacional—, como ocurre en California o Texas. Lo que sí existe es un problema migratorio complejo, imposible de explicar en este espacio, pero que Trump y sus aliados consideran que se puede resolver echando a tanta gente como sea posible, sembrando miedo.

Las protestas en Los Ángeles desataron dos situaciones que abonan a esa incomprensión de la binacionalidad: en México se creyó que enarbolar la bandera mexicana en medio de autos en llamas es un asunto de orgullo, como si hubiera una guerra entre ambas naciones; mientras que el gobierno de Trump lo calificó como una afrenta. La mente detrás de las políticas migratorias extremas, Stephen Miller —quien es asesor principal de la Casa Blanca—, se refirió en varias ocasiones a las imágenes: “¿Cuál es el término correcto para describir a ciudadanos extranjeros que ondean banderas extranjeras, se amotinan y obstruyen la aplicación de la ley…?”, escribió en X. Ambas posiciones son parciales y erróneas.

Los manifestantes mexicanos no enarbolaron la bandera mexicana para declarar la guerra a EU y pretender recobrar ese territorio para México, lo hicieron por su binacionalidad. En California hay 15.63 millones de habitantes de origen mexicano, casi 40 por ciento de la población. El estado fue parte de México, pero ya no, aunque la bandera tricolor terminó siendo tan estadunidense como el pay de manzana, así fue descrito por el periodista Juan Esparza Loera, editor de opinión de The Fresno Bee, en California: “Sí, la bandera mexicana es tan estadunidense como los tacos, la salsa y el guacamole”.

Enarbolar la bandera mexicana en un momento de tensión no es una expresión de insurrección de los mexicoamericanos, sino un recordatorio de una binacionalidad todavía incomprendida.


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Jesús García
  • Jesús García
  • Editor de Política en La Opinión (Estados Unidos) y maestrante en Ciencias Políticas en el Graduate Center de CUNY
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