El asesinato de la pequeña Fátima, que conmocionó al país esta semana por una serie de ingredientes mediáticos como el video en que se observa a la niña con su raptora, es uno de los miles de robos de infantes de los que, en muchos casos, no se vuelve a saber nada.
En esos miles no hay cadáver, no hay evidencia de vida o muerte, por lo que estas niñas y niños pasan a las listas de desaparecidos.
Por fortuna, la sobreexposición del plagio de Fátima ante la opinión pública y la negligencia oficial al momento de la denuncia generó tanta presión que la captura de los autores materiales se logró muy rápido.
A la par con el drama de Fátima, una tragedia similar ocurrió en Saltillo, Coahuila, donde se denunció el robo violento de una bebita de cinco meses.
El cadáver de la niña apareció al día siguiente con golpes, pero la autopsia reveló broncoaspiración como causa del deceso y la principal sospechosa del abandono del cuerpo es la propia madre.
Y en el caso de Fátima, alarma la defensa inicial de su madre para la mujer que la recogió de la escuela, hoy acusada de asesinato junto con su pareja, quien habría vivido recientemente en la casa de la pequeña víctima.
Vale preguntarse entonces si, al igual que los análisis prenupciales, sería necesario aplicar pruebas psicológicas obligatorias a las embarazadas y sus parejas, para determinar si son mentalmente aptas para la crianza de un hijo y, en caso contrario, decidir a tiempo las medidas preventivas.
Ya que nuestros diputados locales son tan proactivos para promover leyes para el derecho a la vida desde la concepción, la objeción de conciencia o la escuela para padres que acaba de proponer la legisladora petista Lupita Rodríguez, tal vez es tiempo de debatir este tema que bien podría bautizarse como objeción de crianza.
Y en todo caso debería ser parte de la ley del derecho a la vida. Los bebés no tienen la culpa de las taras mentales de sus madres y padres, pero sí deben tener derecho a la más amplia protección legal no solo para sobrevivir, sino para crecer sanos en todos los sentidos.