En la lenta evolución de nuestra rudimentaria democracia, una asignatura pendiente es regular la postulación de parientes a cargos de elección popular. De los nombres de los candidatos a senadores y diputados con vínculos de parentesco de las tres opciones políticas, tomaré solo los siguientes, aunque la relación es muy grande.
En la coalición PAN-PRI-PRD, Marko Cortés mete a su hermano como candidato a diputado federal, y se auto designa como candidato a senador. En el PRI, su presidente, se auto propuso también como senador y metió a su sobrino de candidato a diputado federal. En Morena, Mario Delgado también propuso a su primo para ser reelecto como diputado federal; y, para no desentonar, en MC su dueño, Dante Delgado, se auto registró como senador suplente de Luis Donaldo Colosio; y postuló a su hijo como candidato a senador por Veracruz.
Otros casos paradigmáticos son: los de Manlio Fabio Beltrones, quien sustituye a su hija en el Senado, mientras ella pasa a ser diputada federal, ambos por el PRI; el del ahijado de EPN, que será diputado federal por Morena; y el de la sobrina de CSG, que de senadora del PRI pasará a ser diputada por MC.
Se ha dicho que el pueblo es el que los elije. Sí, pero el pueblo vota lo que las cúpulas de los partidos les presentan. En nuestro país el nepotismo solo está prohibido en las administraciones públicas. En el ámbito de lo político existe libertad absoluta para que los líderes partidarios puedan postular a sus parientes, esposas, concubinas y novias; así como también a quienes tengan parentesco con otros políticos. Se hace necesario revisar si los procesos de selección y postulación de candidatos deben seguir siendo considerados como “asunto interno” de los partidos políticos; hasta dónde llega su facultad de autodeterminación y auto organización; y, si el nepotismo político-partidario no va en contra del derecho de los ciudadanos al acceso en condiciones de igualdad a las funciones públicas, consagrado en Tratados Internacionales.
Muchas veces la alternancia política no es entre partidos, sino de familias que brincan de un partido a otro para mantenerse en el poder. A su vez, las cuotas para jóvenes y la paridad de género han servido para que los viejos políticos metan a sus parientes.
Urge incluir en la Ley General de Partidos restricciones para que líderes partidarios no puedan postular a sus parientes a cargos de elección popular.