No se hagan, todos hubiéramos hecho lo mismo: ganar una cantidad mórbida de dólares en una victoria que parecía imposible, tan así que cualquiera diría que gracias a la intervención de la Divina providencia, y gastarlo todo en unas urgentes guarapetas marca llorarás y olvidarte para siempre del sacrificio de someter al cuerpo a un entrenamiento bestial.
Solo al evocar lo que contaba el gran Púas Olivares, a través de la pluma de Ricardo Garibay (cómo no evocarlo en su programa de televisión vestido con unos tremendos y coloridos batones de satín, algunos al borde del kimono) que para alcanzar el peso necesario tenía que sufrir una deshidratación superior que lo llevaba a soñar aunque fuera con un Tehuacán con chile piquín. Brutal sacrificio que bien merecía, dada su naturaleza inesperada e imposible, una celebración infinita.
Por eso llama la atención toda esa bola de ñoras y ñores regañones que una vez que contemplaron la derrota de Andy Ruiz, se les olvidó cuando se fueron al Ángel para celebrar la victoria del llamado “Rocky mexicano” cuando nadie daba un quinto por él y dio el campanazo victorioso.
O sea, nada más ganó y los especialistas (esos que no paran de aplaudirle al platanazo del Canelo que es un cazador de bultos) ya me lo querían poner a darle de guamazos a los sparrings. Se les olvidó que como ocurre con muchos héroes deportivos, los más queridos, cruzan necesariamente por el territorio del exceso y el reventón, de lo sublime a lo ridículo, como una especie de aduana de la mexicanidad.
Digo, ahí tenemos al eternamente pesado de Javier Lozano burlándose de Ruiz por la zarandeada que le puso el campeón (un Apollo Creed bonachón, según cronistas), como si no fuera él mismo el Cruz Azul de los polacos de ultraderecha sin atributos. Tengo la sospecha de que los mismos que lapidaron desde las pegajosas redes a Karen y a todo al que escapa a su mente cuadrada, son los mismos que agarraron a memazos manchados a Ruiz con ese tonito mamón de maestra Canuta.
Pinche perdedor, le dicen, pero ya quisieran haber sido campeones del mundo en algo, aunque fuera 10 minutos. Y lo mejor es que el Andy no se fue por las ramas ni buscó pretextos, aceptó que se fue pachanga, no como los de la Coparmex que dicen que el outsurcing no hace daño al trabajador, que en realidad lo empodera.
No tarda la revancha, Andy, Rocky lleva como 18.
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@jairocalixto