Una de las imágenes más tristes que se han visto en el año, es la de Bolsonaro llorando amargamente su derrota. Hasta te dan ganas de abrazarlo después de que los brasileños consideraron que su fe en la violencia, el ultraderechismo trumpista y el mesianismo maníaco estaban del nabo. Y es que el expresidente brasileño parece sacado de un aquelarre entre el KukluxPAN y el voxismo sin atributos, y ahora va a tener que dedicarse a vender tiempos compartidos en Iberdrola como sus compadres Aznar, Zedillo y el expresichente Jelipillo que es un chascarrillo.
Pero al que no lo calienta ni las rolas de Carmen Miranda, es al mismísimo Alférez Pérez del conservadurismo pando, Mario Vargas Llosa, que anda peor que su personaje de la Ciudad y los perros. Y es que es el anti Rey Midas, pues todos los personajes que ha apoyado han sido derrotados por la izquierda a pesar de sus sesudos argumentos a lo Berlusconi. Esto querría decir que, amigas, amiguis, amigues y amix de la oposición en éxtasis, ya es momento de que lo echen a patadas del neoporfirismo en el que milita, pues les trae más mala suerte que Pedro Infante a todos los personajes de A toda máquina. Ese señoro está más maldito que Claudio XXX que, como al Coyote que persigue al Correcaminos, en su eterna lucha contra el comunismo cuando no le explota la dinamita, se le cae una roca en la cabeza, lo atropella un camión o se queda colgado de la brocha. ¡Poor boy!
¡Háganse una limpia con agua de tlacote, gárgaras con agua bendita y un exorcismo en la secta satánica del hijo de Carlos Salinas que se ha nacionalizado español y ahora es todo un gitanillo de altos ingresos y de pocos regresos.
Iconografías de la melancolía y el desasosiego que deben incluir el tuit de Kike Krauze donde felicita a Lula por el triunfo, escrito casi casi al borde del llanto pero esforzándose por andar de quedabien. La Operación Berlín en su versión carioca, no funcionó.
Lo de Santiago Creel también conmueve: sentado solo en un aeropuerto en una foto que casi ni se ve posada, está solo con su soledad. Hasta me extrañó que publicaciones derechosas y de connotados líderes de opinión que nada más están viendo qué hace el doctor Gatell, no hayan interpretado esto como un acabose emocional. Sobre todo porque mi Santi, por más que trata de levantar un poco el rating con sus vídeos resultan tan aburridos, que hacen ver a los de Ricardo Anaya como si fueran dirigidos por Tarantino.
Jairo Calixto Albarrán