Cultura

Los famosos dos hilos

  • Ruta norte
  • Los famosos dos hilos
  • Jaime Muñoz Vargas

Borges defendía la validez del cuento policial en función no tanto del contenido sino, principalmente, de la forma. 

Decía más o menos que en un mundo literario, el contemporáneo, éste en el cual vivimos, que se caracterizaba por el caos, una creación narrativa que respeta el principio, el medio y el fin es una especie de llamado al orden. 

Subrayó, en la misma orientación, que “el cuento debe constar de dos argumentos; uno falso, que vagamente se indica, y otro, el auténtico, que se mantendrá secreto hasta el fin”.

Esto, luego suscrito por Piglia con la noción de “los dos hilos”, puede ser una forma algo mecánica de acometer un cuento, más si el lector está previendo que la historia va por un lado cuando en realidad va por otro. 

Sí, el postulado del argumento bicéfalo puede mecanizar demasiado, pero no tengo duda de que empleado con pericia puede resultar muy grato.

En el cuento “Una cuestión de química, digamos” (sólo publicado en internet), de Roberto Bardini se cumple a plenitud el flujo paralelo de las dos historias. 

Por un lado, el gordo dice haber investigado bien a quien ha elegido como colaborador, y el colaborador no da señas de estar en desacuerdo. 

El gordo es un vulgar delincuente, pero se las da de fino. Su nuevo secuaz narra en primera persona y piensa con escepticismo en quien lo ha contratado para mover plata robada a Panamá, un paraíso fiscal. 

Tenemos aquí, ya bien trazado, el hilo A de la narración.

Lo que no sabe el gordo es que, de inmediato, Marlogüe, el personaje-narrador, ha puesto en marcha un plan que constituye el hilo B del relato. 

El hilo A planteó que el gordo lo llevará al aeropuerto con el fin de que deposite varios kilos de euros en diferentes bancos: “su comisión será… digamos… de alrededor de medio kilo [de euros], además de viáticos y todos los gastos de alojamiento en hoteles de cinco estrellas”.

En el camino, sin embargo, asistimos como lectores a un hecho raro: están siendo perseguidos. 

La historia B entra en escena sin que lo sospechemos hasta derramarse en un desenlace que notamos lógico no sólo porque es lógico, sino porque el mismo protagonista concluye que tal final era inevitable dada la torpeza y la pesadez (no sólo física) del gordo.


@rutanortelaguna

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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