Política

Educación

La “herramienta” que propicia la transformación humana es la educación. Un pueblo sin educación está condenado al retraso. La educación es lo que nos abre las puertas al progreso y a una mejor interrelación con los demás miembros de nuestra especie. La educación impulsa el desarrollo personal y el desarrollo de las naciones, contribuye a la sana armonía entre humanos. La educación es necesaria para llenar nuestro espíritu de sensibilidad, es la fuente de nuestro comportamiento, es el mecanismo para el buen vivir en la comunidad donde habitamos.

La educación es el aprendizaje cotidiano de generosidad y respeto sin prejuicios hacia los demás. Durante décadas el pueblo ha estado abandonado y herido. Las escuelas rurales son una miseria. Los sindicatos se adueñaron de la educación básica y la arruinaron. En cuanto a la educación media y superior, los gobiernos no les dieron importancia a las universidades públicas, lo cual dio paso a las instituciones privadas reservadas para la élite. La perversa fórmula matemática se confirmó: conforme se multiplicaban los ricos, se multiplicaban los pobres iletrados.  

El clasismo y la polarización se convirtieron en denigrantes estereotipos de nosotros mismos. Para muchos mexicanos el trato burdo y el insulto son cotidianos. La educación es la solución para respetarnos los unos a los otros, propicia las buenas costumbres, el trato amable, la convivencia pacífica, la armonía… Cuando seamos un país educado se abrirá para nosotros la ruta del progreso.

A principios de marzo quedó claro que el covid-19 se extendía por todo el mundo incluido México. Algunos países cerraron sus fronteras y confinaron a su gente en su hogar con la esperanza de que la pandemia terminaría en dos meses. Ahora, siete meses después y más de 74 mil muertos en nuestro país, descubrimos pasmados, que no hay solución a la vista. La pandemia no cejará hasta que aceptemos cambiar. Nos puso un alto y nos dijo: ¡Quédate en casa! 

En virtud de la falta de educación que nos caracteriza y la falta de respeto hacia los demás, muchos irresponsables se volcaron en las calles cuando estaba el semáforo naranja, no respetaron el quédate en casa ni las elementales medidas de seguridad sugeridas -no impuestas- por las autoridades sanitarias nacionales e internacionales. Los contagios se multiplicaron. Las hordas de irresponsables se contagiaron e inocularon el mortal virus a los suyos. Hubo un rebrote.

Todos estamos pagando las consecuencias. A través de los medios tradicionales y las redes sociales culpan al vocero oficial del gobierno frente a la pandemia. No tienen vergüenza para aceptar y reconocer que los verdaderos culpables del rebrote son ellos mismos. En países con un buen nivel de educación la población ha acatado las medidas de seguridad y la pandemia ha menguado, en el nuestro salen a la calle y organizan fiestas; al cabo que 74 mil muertos no son muchos.

 

Colofón

La vida no vale nada: José Alfredo.



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Jaime Marín
  • Jaime Marín
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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