Agobiado por los señalamientos de corrupción en su contra, el gobernador saliente de Chihuahua, César Duarte, le dijo hace un par de semanas a mi colega Fernando del Collado, en su Tragaluz de Notivox TV, que él nunca pactó con el narco y que llegó al gobierno estatal “para combatir la corrupción en las cárceles, el nido verdadero de la corrupción”.
Dígase lo que se diga, ese logro es innegable. En el gobierno de Duarte las cárceles de Chihuahua, ubicadas como las más peligrosas de América Latina, fueron arrebatadas al autogobierno delincuencial, y Eduardo Guerrero Durán, su fiscal en ejecución de penas, fue llevado al gobierno federal para encargarse de la política penitenciaria del país, ya que el modelo que aplicó en el estado norteño se convirtió en ejemplo internacional.
La referencia viene a cuento, por la oportunidad que se abre de retomar, después de muchos años de haberlo perdido, el control de las cárceles estatales de Puente Grande, luego de la detención de Sergio Kurt Schmidt Sandoval, a quien la Fiscalía General del Estado investigaba, desde la llegada de Eduardo Almaguer, por haber entregado las tienditas y otros privilegios al autogobierno y que le significaba ganancias millonarias.
Sin duda estos negocios fortalecieron en los últimos años al autogobierno que se dejó crecer mucho tiempo atrás, y cuya existencia reconoció en la pasada administración el Secretario de Seguridad, Luis Carlos Nájera, y la actual Fiscal de Reinserción Social del Estado, Marisela Gómez Cobos.
En septiembre del año pasado, Notivox JALISCO reveló la próspera explotación que ocurre en los penales de Puente Grande, que de ser en teoría el lugar para castigar el delito, termina siendo un espacio que lo alienta por la inagotable fuente de recursos para la delincuencia organizada en que están convertidas.
En aquella fecha, los reos al servicio del cártel que domina Puente Grande, administraban 33 de las 47 tiendas que operan en las tres cárceles. Tan sólo a precio de factura de los abarroteros que inexplicablemente les surten sin la intervención de la autoridad, el valor de las mercancías vendidas ascendía a 4 millones 700 mil pesos al mes. Desde luego las ganancias son mucho mayores, ya que la venta se hace sin regulación alguna y precios muy por arriba del mercado. Si a eso sumamos los ingresos, que los líderes de **El Carro (como se le nombra al grupo que domina estas prisiones) obtienen de cobros ilegales, como el de piso y tráfico de alcohol, drogas, prostitución, privilegios en celdas y áreas de visita íntima, en una población carcelaria de más de 17 mil presos, las ganancias se hacen estratosféricas.
¿Qué tanto ha disminuido este enorme flujo de recursos que aumenta el poder corruptor de la delincuencia hace un año que inició la investigación contra Schmidt?¿Se acelerará la desactivación del autogobierno con su detención? ¿Se declaró ya a autoridades del anterior sexenio para saber qué pasó? Habrá que estar muy atento con lo que pase en Puente Grande, porque insisto, mejorar la seguridad en Jalisco pasa por retomar el control de los penales y sacarlos de su opaca operación, como ya lo lograron en Chihuahua, para terminar con “el verdadero nido de la corrupción”.
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