Así podría resultar el narcocorrido de los Tucanes de Tijuana en el que se hace toda una apología de la trayectoria de este capo, que tras doce años preso en México y nueve más en Estados Unidos, saldrá libre el próximo 11 de junio del penal Atwater, de San Diego, California.
Esta pieza, ejemplo clarísimo de la narcomúsica de la que tanto hemos discutido las últimas semanas, inicia con el recuerdo del accidente aéreo que en 1995 provocó su detención días después en una exclusiva zona residencial de Zapopan.
A ritmo norteño, dice a la letra: “En tierras de Nayarit/fue donde cayó el avión/iba pa´Guadalajara/procedente de Obregón/trasladaba al Güero Palma/un respetable señor”.
El lear jet Falcón 50 se desplomó al quedar sin combustible luego de que no pudo aterrizar en Toluca, a donde iba a una boda, por un operativo que había ahí de la PGR. Por la misma razón tampoco lo pudo hacer en Zacatecas ni en Guadalajara. Iba hacia la terminal aérea de Tepic cuando la turbosina se acabó.
Me tocó acudir al día siguiente a reportear el incidente a la comunidad rural ubicada en las inmediaciones de Tepic. Elementos del ejército custodiaban los restos de la aeronave, achicharrados entre prendas, botas, accesorios, botellas de licor y cajetillas de cigarro. Acudí luego al caserío más cercano, y luego de mucho preguntar, una familia me narró cómo luego de que se escuchó la explosión a media noche y observaron a lo lejos un incendio, llegó en menos de una hora a las puertas de su casa, un hombre que les propuso comprarles la camioneta que tenían afuera, pero cuyo motor no servía. Les pidió luego un teléfono, que no tenían, por lo que le recomendaron pedírselos a sus vecinos. Me contaron además que luego de la llamada, vieron cómo llegó el gobierno (camionetas blancas de la policía judicial de Nayarit) para llevarse a un grupo de hombres, entre los que destacaba un “güero alto que iba sangrando”. Luego se supo que elementos de la Policía Federal lo custodiaron hasta Zapopan, donde días después lo detuvo el capitán Horacio Montenegro, cercano colaborador del General Jesús Gutiérrez Rebollo, ambos presos después, acusados de coludirse con el narco.
Aliado de Joaquín El Chapo Guzmán, El Güero sufrió la brutal muerte de su esposa y sus pequeños hijos, como venganza de su mentor Miguel Ángel Félix Gallardo, a quien traicionó. Recibir la cabeza de su mujer, y ver el video de cómo su hija y su hijo de 5 y 6 años eran lanzados de un puente en Venezuela, desató una sangrienta batalla en contra de los hermanos Arellano Félix, a los que quiso matar en la discoteca Christine de Puerto Vallarta.
Por ello en el narcocorrido le advierten a sus detractores: “No se pasen/de la raya/porque no está muerto el rey…No estén tranquilos señores/que el cuento aquí no se acaba/las órdenes son las mismas/hagan ya su testamento/puede explotarles la almohada”.
¿Coplas premonitorias de El Güero que en junio próximo, a sus 55 años de edad, salga libre de Atwater? Veremos.
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