Política

El diablo en el consumo conspicuo

  • Columna de Ivette Estrada
  • El diablo en el consumo conspicuo
  • Ivette Estrada

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Parece que los días de alardear quedaron atrás.

En una sociedad altamente competitiva “ser el mejor” impulsó el sentido de exclusividad de las marcas de lujo. Sin embargo, en la nueva era de creatividad se rompen viejos esquemas y en lugar del individualismo se retoma el trabajo en equipo. El liderazgo colaborativo aparece en empresas de todo tipo.

¿Qué pasa entonces con la exclusividad? Que se vuelve un obstáculo cuando se trata de formar parte de un grupo e incluso ingresar a una corporación “horizontal” o con políticas de mayor apertura, comunicación e inclusión.

En la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan campea un consejo: deshazte de los logotipos de lujo si quieres ser visto como un jugador de equipo cooperativo

En la vida, las impresiones importan. La forma en que otros nos perciben puede hacer o deshacer nuestras metas. Muchas personas usan ropa costosa, relojes y bolsos para señalar su estatus social real o supuesto, pero esto puede ser contraproducente.

Una persona que usa artículos suntuosos se percibe como alguien que trata de aumentar su propio valor social y, por lo tanto, egoísta y un mal jugador de equipo. Como resultado, es menos probable que inspiren cooperación o sean elegidos por otros para sus equipos. Por el contrario, en situaciones competitivas, la misma persona ostentosa a menudo es favorecida sobre rivales más modestos.

¿Es juicioso señalar nuestro estatus social? La superioridad generalmente no es una buena idea cuando se intenta ser parte de un equipo o inspirar confianza.

El "consumo conspicuo" o uso de productos y marcas de alta gama son un signo visible de la riqueza y estatus. Cubren una peculiar demanda: la exhibición externa de éxito y prestigio, porque las personas de alto estatus tienden a ser admiradas y escuchadas, tienen más éxito en las negociaciones y son más citables. El estatus es especialmente valorado en culturas caracterizadas por la jerarquía y la tradición.

Así, no es sorprendente que el mercado mundial de artículos de lujo personales se valorara en 283.380 millones de euros al año.

Sin embargo, este consumo conspicuo también podría ser contraproducente. Los consumidores ostentosos tienden a ser vistos como más arrogantes, menos cálidos e incluso menos morales. Es una mala idea en contextos cooperativos, pero una estrategia sólida en entornos competitivos.

En diversos estudios sociales, cuando los participantes necesitaban elegir a alguien para un grupo que buscaba personas cooperativas, era menos probable que seleccionaran a aquellos cuyos perfiles de redes sociales incluían símbolos de estatus. Pero cuando el objetivo era seleccionar miembros para un grupo competitivo, los resultados se invirtieron.

Entonces valdría la pena reflexionar: ¿Cuál es el atributo más importante que quiero comunicar sobre mí mismo?

Si el objetivo es transmitir riqueza, competir y ejercer influencia, o ganar en una negociación, tiene sentido usar la mejor ropa, nombrar a sus contactos elegantes o usar hashtags de lujo en las redes sociales. Pero si se busca cooperación y apoyo o parecer cálido, la modestia moderada es un mejor enfoque.

Profesionalmente los servidores públicos y políticos deberán alejarse del consumo conspicuo mientras en profesiones como abogados e inversionistas éste podría representar una herramienta de trabajo.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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