Durante estas semanas la controversia respecto a La nueva ley que creará el Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil (PNUTM), una completa base de datos que contendrá el número de línea, fecha y hora de activación, nombre completo del usuario, y los datos biométricos de quienes tengan líneas de celular, entre otra información.
Esta polémica surge en un mundo globalizado cada día más, conectado y por supuesto donde la tecnología se ha vuelto, por un lado, nuestro mejor amigo y por otro lado nuestro peor enemigo.
Y es que lo que para el Gobierno mexicano será una herramienta para la lucha contra el crimen organizado, para la población en general los representantes de los derechos humanos, se opone a la iniciativa, pues la interpretación de esta no es más que un elemento más de espionaje que el Gobierno pretende implementar.
Y es que, si los datos quedarán a disposición de las autoridades de seguridad y justicia, siendo estos, una herramienta para ser más eficiente en el combate contra prácticas delictivas, según el Gobierno.
Pero, para diferentes analistas como Luis Fernando García, director de la Red en Defensa de los Derechos Digitales (R3D), quien expresó “esta medida es demagógica, peligrosa y autoritaria”.
“Es demagógica porque es completamente absurdo creer que delincuentes utilizarán líneas de telefonía móvil registradas a su nombre y sus datos biométricos con el fin de cometer delitos”, afirmó García, citado por la agencia AP.
Según la Cámara Nacional de la Industria Electrónica de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información (CANIETI), en la actualidad hay 126 millones de líneas móviles en el país, y de esa cifra, el 85% usa la modalidad prepaga, tarjetas SIM que, en general, se pueden conseguir sin ningún tipo de documentación.
Ya movimientos en redes sociales son más los que más expresan su rechazo ante la medida, que quienes la defienden, y de hecho la han calificado como autoritaria e impositiva.
Con el Hahstag #NoAlPadrón, ciudadanos y diversas organizaciones defensoras de derechos humanos, señalan los riesgos que traería el hecho de que los datos biométricos de una persona cayeran personas mal intencionadas o delincuentes (quienes se infiltran en el Gobierno eventualmente) ya que la información estaría a merced de agencias gubernamentales sin ninguna orden judicial.
Los argumentos señalados que los opositores denuncian son además de los anteriores en función de que también se afectaría la presunción de inocencia de un usuario cuya línea haya sido robada y utilizada para cometer delitos.
Y la molestia no es producto de una rebeldía infundada, sino en antecedentes que le preceden a esta y que consistió en el intento fallido de 2008, fecha de nacimiento Registro Nacional de Usuarios de telecomunicaciones, también conocido como RENAUT.
En aquel entonces el presidente Felipe Calderón que se pretendía de hacerse de herramientas para erradicar el secuestro y la extorsión.
El RENAUT buscaba encontrar y sacar a los delincuentes del anonimato obligando a los dueños de líneas telefónicas a registrarlas con sus respectivos números de identidad.
Tristemente este registro llegó a su fin en 2011 luego de se comunicará que la base de datos fue filtrada y toda la información de los usuarios se vendía en el mercado ilegal.
Algunas ONG como la mexicana Red de Defensa para los Derechos Digitales, este intento de registro, lejos de reducir el crimen, la extorsión aumentó en un 40% y el secuestro en un 8% durante el tiempo de vigencia de dicho registro.
Y haciendo uso del famoso dicho mexicano “la burra no era arisca, la hicieron” es precisamente este tipo de experiencias lo que hace que una oposición reclame y se niegue a este intento de control de datos de los ciudadanos, pues tal parce que sea una especie de control al puro estilo de la afamada novela 1984 del escritor George Orwell, donde esta iniciativa puede ser el ensayo, emulando la claustrofóbica fábula del totalitarismo del escritor.
En dicha novela Winston Smith, el protagonista, trabaja como vigilante o censor en el Ministerio de la Verdad, en una constante revisión de la historia para adecuarla a las circunstancias y alianzas del presente, lo anterior, a lo que representa la resistencia de un país, distraído, dividido, apático y sobre todo frustrado, que deja a merced del Gobierno y su voracidad de control y poder datos e información que robaría literalmente la libertad y privacidad a discreción del gobierno.
Reflexionemos y analicemos lo venidero y, no permitamos que la apatía gane, y pensemos en la frase “no es la maldad lo que destruye a una nación, sino la apatía de los buenos”.