Migrar nunca ha sido fácil. No se trata sólo de tomar la mochila, una garrafa con agua, las identificaciones oficiales y partir, sin visa, a ¿buscar oportunidades en medio de la angustia, o desde la incertidumbre, el hambre y el miedo?
Aunque en el fondo todos somos migrantes, cada vez son más los que a nadie importan y los que son vistos como generadores de tensión entre EU y México, países que no quieren saber de las caravanas de seres humanos con hambre y asediados por la violencia.
A las olas migratorias la reacción de México, como país de paso, y EU, de destino, fue reabrir los cruces fronterizos de Eagle Pass, Texas; San Ysidro, en San Diego, California; y Lukeville y Morley, en Arizona. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador consiguió que la Venezuela de Nicolás Maduro aceptara reanudar las deportaciones de sus ciudadanos.
Estados Unidos, donde viven más de 3.8 millones de centroamericanos, logró que España reciba a familias de Venezuela, Nicaragua, Haití y Cuba que buscan salir de su primer país de acogida que en este caso fue Costa Rica: en estos días de 2024 llegaron a España 281 nicaragüenses y venezolanos.
Querían llegar a EU, aterrizaron en España. Suena simple. No lo es.
Los países pasan por alto que a gran parte de los migrantes los mueve menos la idea de nuevas oportunidades que las ganas de volver a vivir en familia: hay mamás en Nicaragua cuyos hijos están en EU y sus esposos, en el mejor de los casos, andan en alguna parte de México, y en el peor, terminan asesinados o secuestrados.
Un dato del Migration Policy Institute: 68% de los 45 mil 400 centroamericanos que alcanzaron la residencia legal permanente en EU lo hizo, en 2021, a través de la reunificación familiar y porque renunciaron a pasar por aquello que cantó el dominicano Juan Luis Guerra en «Visa para un sueño».
Esta realidad se torna cercana a Puebla cuando hay accidentes como el del 6 de octubre de 2023: en la Oaxaca-Cuacnopalan 18 venezolanos y haitianos murieron al volcarse un autobús, y por la propuesta que recientemente hizo Alejandro Armenta, precandidato a la gubernatura, para que Puebla acoja a migrantes de América Latina, África y Asia. Entonces, ¿estamos preparados?
Al margen
A partir de este viernes se publicará semanalmente esta columna, enriquecida con datos e investigación, en la edición de Notivox Puebla. A Miguel Ángel Vargas, mi gratitud por el espacio.